lunes, 1 de febrero de 2010

Bienvenida


El objeto apareció, simplemente, allí, en medio del parque (un poco hacia el oeste y no tanto en el centro, según varios observadores), mientras el pueblo dormía.
La noche anterior, cálida y sin brisa como cada noche primaveral, ruido alguno interrumpió el silencio de las estrellas. Tampoco luz extraña alguna se vio en los cielos. Fue una noche, podría decirse, idéntica a las anteriores. Pero muy diferente a las posteriores.
El objeto (para evitar la imprecisa denominación de cosa), recordaba vagamente a un trapezoide. Si es verdad lo que dicen, esa era su forma exacta. El impacto contra la tierra, si es que lo hubo, no pareció dañar su estructura ni modificar su forma. Al menos no se lo veía abollado en su superficie.
Tampoco parecía ser de industria humana, la habilidad técnica del hombre era incapaz de producir algo tan perfecto, tan ideal, tan carente de mácula.
Su forma, su procedencia, la técnica utilizada en su viaje, y miles de cuestiones similares, no importaban tanto como el hecho de que en una de sus caras, la que miraba hacia el centro del pueblo, había una puerta.
Y, como sabemos, una puerta cerrada siempre puede abrirse.
Ese descubrimiento, para un poblado tan ínfimo, tan aislado y lejano del mundo, fue suficiente para sacudirle la modorra acumulada por años. Suficiente para levantar el hálito de siesta permanente que todo lo cubre. Una minucia semejante ayuda a poner en perspectiva la vida misma.
Sin preocuparse por radiaciones, viajes intergalácticos accidentales, razas violentas y/o para nada amistosas que pudieran surgir de su interior, el pueblo se levantó como si un único ser se tratara. Se organizó un gran banquete de bienvenida con toda la gala que podía imaginar para el instante mismo en que se abriera aquella minúscula puerta. Todas las expectativas estaban puestas en que el acontecimiento saliera a la perfección.
El mediodía es el mejor momento para un recibimiento protocolar, eso también lo sabe cualquiera. Por esa razón se extendió, en torno al objeto, una gran alfombra multicolor; se levantó un podio desde donde el alcalde del pueblo dirigió unas palabras alusivas sutilmente improvisadas aunque ensayadas varias veces; se levantó, también, un escenario para el coro del único colegio del pueblo y se preparó una fogata conmemorativa en la que se asarían las patatas tradicionales.
El coro cantó, el intendente habló, la fogata se consumió, se comieron las patatas. Pero la puerta no se abrió.
Protocolarmente se escogió una niñita del público, a la que se vistió como campesina bávara para nos desentonar al momento de acercarse a la puerta y golpear tres veces, y sólo tres veces, con sus nudillos. El coro de niños, mientras tanto, repetiría alguna de sus canciones.
Y todo sucedió como se planteó. Tan solo para que la rubicunda embajadora improvisada no recibiera respuesta alguna.
Nada había sucedido. Transcurrieron las horas, lentas al igual que todos los días, sin que maravilla alguna se produjera.
El día terminó.
La noche pasó.
Al día siguiente el podio se desarmó para utilizarlo en otro sitio.
El escenario regresó al depósito municipal.
La alfombra esperó, pacientemente, a que alguien la retirara.
El objeto continuó allí, en medio del parque (un poco hacia el oeste y no tanto en el centro, según varios observadores), aquella esperanzadora puerta jamás se abrió, al poco tiempo, el pueblo volvió a dormir.

7 comentarios:

Unknown dijo...

Eso les pasa por tener expectativas...


PD: Siii celebramos la inaguración del mes!!!

Fede dijo...

Buen relato. Me anoto para el mes de Ciencia Ficción!

Saludos.

Geraldine, dijo...

buenísimo....( aunque me hayas hecho familiar de gente que lucra con las ciencias ocultas)...
Me imaginaba el objeto, lo vas a continuar?

Bla dijo...

es como la Kaaba.. te diría que alguien como Hitler estaría recontra seguro que la puerta iba a abrirse, y si no lo hizo fue por culpa de todos los presentes, sin dudas.

Ceci dijo...

Por qué no escuchas la radio, proyecto azucar? es una buena compañia !
un gusto u.u

samanta niz dijo...

kiero una alfonbra asi *///*


sammy

Anónimo dijo...

Patto: Falsas espectativas, y por creer que lo que parece una puerta es, efectivamente, una.

Fede: Gracias.

Geraldine: ¿Continuarlo? No creo, quería contar ese momento de espectación sin fundamento. Pero habrá más relatos, eso si.

Malthus: Entonces, habría que matarlos a todos, sin dudas.

Ceci: No si te imponen la musica y las noticias que ellos quieren. ¿Cómo es posible que te pasen 3 veces el mismo tema en menos de 1 hora y nadie diga nada?

Samanta: Yo también. Me voy a Persia.

Saludos