Era el clásico loco lindo que todo pueblo posee y
resulta imposible de esconder. Él, en particular, tenía la costumbre de ir a
todos lados con un gran pincel de artista, cargado de pintura para pintarle la
cara a la gente. Su propio rostro estaba siempre cubierto de varias capas de
pintura diferente.
Si se cruzaba
con alguien cuyo rostro denotaba enojo, él le pintaba una sonrisa al tiempo que
gritaba: Alegría, alegría. Adornaba
pómulos con detalles verdes, azules y blancos en diferentes cantidades
siguiendo algún patrón que solamente él conocía. Tenía por costumbre pintar
sobre las pecas de las gemelas de la dueña de la panadería, para regocijo
propio y de las chicas. Pintaba sobre las canas de los ancianos del club de
jubilados cabellos negros, jóvenes y fuertes. Todos lo conocían y lo sabían
inofensivo más allá de la necesidad de un lavado inmediato.
Un día se mudó
al pueblo alguien que nunca antes había paseado por sus calles sino que
solamente lo conocía de oídas y, sin pensarlo demasiado, decidió mudarse (dicen
que escapando de la justicia, de los acreedores o a una mujer, pero nadie lo
sabe con certeza cual de las tres eran la razón verdadera, si no lo eran las
tres al mismo tiempo). Éste hombre era calvo y los veranos en el pueblo suelen
ser muy calurosos, demasiado.
Llegó el día
en que el loco del pincel y el nuevo vecino se cruzaron en la calle bajo el sol
de la primera tarde de un caluroso día de diciembre. El loco quiso pintarle un
sombrero con pintura azul al recién llegado. Este, creyendo que el loco lo
atacaba con un garrote (¿cómo confundir un pincel con un garrote?, eso sí que
no lo sé), sacó de entre su ropa un revolver y descargó todas y cada una de sus
municiones sobre un loco que, atravesado por la muerte, no dejó caer el pincel.
El recién
llegado quedó detenido de inmediato, no solo por lo que había hecho, sino
porque no tenía permiso para portar un arma, y luego se descubrió que parte de
su documentación era falsa, por lo que resulta ser que todo era más complicado
de lo que parecía en un primer momento. Pero eso no tiene importancia, porque,
digan lo que digan, yo sé que, desde ese día, en el pueblo, parece un poco más
gris.
14 comentarios:
Nuevamente, si fuera editor te troncharía el final:
"Sacó un revolver y, desde aquel día, todo fue un poco más gris."
Aún así brillante!
Estás deslizándote por una línea especial, en cierta forma me hace acordar a Bradbury.
Felicitaciones!
hermoso cuento...loco el del revolver y no aquel que veía la vida en colores..beso y buen finde!!
No hay caso...uno ve lo que quiere ver, no? la dulzura de un pincel o un garrote para dañar...siempre se ve un poco mas gris cuando no se distingue esto...
Un abrazo y muy bello/triste tu post.
♥
vaya historia!
Esos locos son muy necesarios... por locos y por lindos :)
Yo pensaba en alguien cuadno lo lei, voy a mandarle un mensaje de texto :P
Gran D:
Muy bien. Siempre hay un personaje entrañable en todo pueblo, y un imbécil que llega a ponerle grisura al arcoiris. Me gustó.
Saludos muchos.
Y el mundo, lleno de quienes huyen de si mismos, y vacío de quienes realizan sus deseos, es demasiado gris.
no es mala la idea del club de fans eh!!! la verdad q lo tiene mas q merecido nuestro gran amigo xul jajaj!!!
que historia te mandaste eh!!! :)
che, no será que el otro lo quería pintar también pero eligió un pincel de plomo???
Patto: Que suerte entonces que no sos mi editor. ¿No queres serlo? Con Bradbury tocaste algo que me hizo pensar mucho...
La otra parte de mi: Todo depende de la perspectiva como se lo mire.
'Tere': Gracias, eso era lo que quería expresar.
Yugoslavija: Gracias
Mechi: Entonces puedo decir que la historia sirvió para algo.
JLVasconcelos: Siempre, en cualquier lugar donde habíte el hombre, encontraremos algo similar.
Mikkonoss: Si, y no creo que, por más que nos esforcemos, pordamos cambiar ese color.
Julieta: Yo quiero ser el socio -10 del fan club. Y gracias.
Saludos
Titán: Todo es posible en 'Proyecto Azúcar' Gracias por pasar
Saludos
No estoy para editor...
pero sí para dar mi opinión!
:D
Pobre pueblo, sin ni siquiera un solo loco.
Patto: Vos te lo perdes...
Hombre de Neanderthal: Ni uno sólo.
Saludos
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