Apretó con fuerza la taza entre
sus largos, suaves y finos dedos; bebió un trago más de té antes de
contemplarse, duplicada, en aquel maldito invento que descansaba del otro lado
de la mesa.
Pensaba, si,
pensaba y un pensamiento la llevó a otro, y luego a otro viendo su imagen
deformada en los límites de la visión, quebrándose, doblándose sobre sí misma.
Abandonó
el mullido asiento y se miró, una vez
más, dando pequeños sorbos a la tibia bebida, con asco hacia… todo.
Ella, la imagen,
la imposición, el té, su impotencia…
Y, en un
impulso de desesperación, arrojó la taza contra el horrible espejo, rompiéndolo,
sin temer a la mala suerte, buscando acabar, de una vez y para siempre, con el
burdo ideal que no dejaba de observarla.
6 comentarios:
MENCANTÓ.
SENCILLAMENTE GENIAL.
SALUD!!
La mala suerte, o el destino que llevó a esa mujer a sentirse así lleva a lo del espejo a ser una insignificancia.
Magistral!!!
besos
Muy bueno.
Besos!
¡¡Gracias Susanita!!
Enredada: ¿Destino o futilidad? Gracias por tus palabras.
Letal: Gracias
Saludos
D:
Muy bueno.
Reflejo de la angustia o el reflejo angustiado.
Me gustó mucho.
Salud.
JLVasconcelos: Hay un poco de ambas en la cantidad que prefiera quien lo lee.
Saludos
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