La casi inexistencia de una
atmósfera no causó problema de ningún tipo, como era de esperarse. Los indicadores
señalaban que aquella era la única zona donde el resplandor de la estrella cercana
permitiría la vida. Allí y ninguna otra de las esferas cercanas.
Tampoco hubo
problema en reconocer los componentes de cuanto rodeaba en el sitio donde el
vehículo autónomo de investigación lo había llevado. Debajo de él contemplaba
lo que sería, sin lugar a dudas, la forma dominante de aquel mundo. Seres
verde-amarillos que se mecían suavemente con la brisa habitual en ese tipo de
lugares primitivos.
Existían, por
lo que era posible discernir desde la distancia, restos de antiguas
civilizaciones monumentales; seguramente desaparecidas recientemente, pues sus
construcciones seguían, en parte, en pié. Aunque resultaban ser estructuras
sumamente extrañas y chatas, sin volumen, y obsoletas en apariencia, los
especialistas encargados de ese tipo de investigación sin lugar a dudas se verían
encantados por la información recabada que aportaría a su regreso.
Comenzaba los
estudios de masa y densidad cuando una fuerza extraña arrastró al vehículo hacia
las alturas.
Cuando le fue
posible contemplar lo que sucedía, se encontró sacudido por un enorme ser, con
una forma física inigualable en todo el universo recorrido, pero de escasa
inteligencia, pues lo confundía con otra cosa, algo que quizá le resultaba familiar
sosteniéndolo en alto a partir de unas gruesas y carnosas protuberancias. De allí
que, sin tener en cuenta el peligro que podría significar su proximidad, lo
contemplara con aquellos órganos receptores de luz en los que los instrumentos
del vehículo no detectaban huella alguna de inteligencia.
Las sacudidas
continuaban, por lo que debía marcharse antes de que cualquier arte de su
equipo se viera afectado por las mismas. Eso le llevó a realizar aquello que
todo explorador desea jamás verse obligado a hacer. Cargó al máximo las armas
externas y las detonó contra las protuberancias que lo aprisionaban.
Al instante de
sentir el impacto, demasiado lento a decir vedad aunque sin lugar a dudas era
la mayor velocidad a la que podría transmitirse un pensamiento en semejante
masa corporal, la criatura lo liberó. Ante la cercanía del peligro real y
evidente, y sin que el piloto interviniera, el vehículo autónomo de investigación
y exploración regresó al espacio.
6 comentarios:
salvarse... de todo y como sea...no?
mil besos
Qué buen relato!
La ciencia ficción es la única realidad...
Siempre hay que salvarse, hay que sobrevivir,de otro modo nunca estaríamos aquí. Suerte enredada.
¿ciencia ficción? No titan, ésta es la realidad, es un viaje que hice hace un par de días, con los ojos cerrados, tapado hasta la nariz con 4 frazadas y algo de fiebre. Aprovecho para comentar que el mes de julio es el mes Cifi en Proyecto Azúcar. Estan todos invitados.
no se si sos el mismo dragon de azucar que me deja letras a mi. allá. pero debo agotar la posibilidad de darte las gracias en ese caso.
desde mi planeta.
Es otro mundo de fantasía pero, a la vez, verosímil. Puede ser real, por qué no? Esos seres verdes-amarillos... Hermoso texto.
Señoritas Anartista y Lina MasaKi, les agradezco su visita.
Si, Anartista, soy el que de vez en cuadno se pasea por tu planeta.
Gracias Lina, me da gusto que te haya gustado el trexto (y por ésta vez me permito una edundancia.
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