miércoles, 19 de marzo de 2008

El primer beso

Nos reíamos de los pocos pelos de mi barba, al menos todo lo que era posible entendernos entre la música y la estridencia dentro del bar que eligieras para vernos y al cual no me opuse. Con una cerveza, para sentirnos menos adolescentes, más valientes, más reales, compartimos sueños y anhelos, deseos y tristezas. Tu siempre del lado de los primeros, yo con los que quedaban.
    Para qué negar que fueran tus labios quienes se llevaban cada una de mis miradas; aun cuando me esforzaba por mirarte a los ojos, me encontraba primero con tus labios, siempre húmedos, siempre hambrientos.
    Me resistí todo lo poco que fui capaz; hasta que ocupó mi pensar una única forma de saber la verdad. Y te besé.
    O nos besamos.
    No lo sé, no estoy seguro.
    Haya sido de una u otra manera, fueron segundos gratos. Me sentí único, un dios, un tonto, el héroe de la historia y uno más del montón, porque otra vez me habían vencido.
    Dos semanas duró la ensoñación, dos semanas creyendo que todo era perfecto.
    Luego, como siempre lo hace más tarde o más temprano, apareció la traición.
    Entonces empecé a odiarte sin vacilación.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

venía bonita la historia, tierna...

pero bueno, ninguna relacion es 100% perfecta, che!

Der Greine dijo...

Algunas veces añoramos secretamente ser vencidos. ¿Lo habías pensado?
Cariños.

Anónimo dijo...

Pfunkie: No, es verdad, ninguna relación es perfecta. Y tampoco podemos hacerlas de ese modo, por que el hombre si cinflicto no es hombre.

Morrigan: Si, es verdad, no puedo negarlo.

J.

Gustavo Camacho dijo...

No está bien odiar la boca que te enseño a besar.