sábado, 19 de enero de 2008

Desafío. Episodio dos

La idea tuvo mayor repercusión de lo que esperaba en un primer momento, ya que auguraba un fracaso rotundo, como en la mayoría de mis proyectos. A continuación les dejo la historia extendida a partir de sus aportes junto con algunas otras palabras de i autoría mezcladas entre ellas.
Les recuerdo que todavía nos falta el título, que tiene que ser ilustrativo de lo que la historia cuenta pero sin evidenciar su contenido.

La historia comienza así:

Numerosa, según creo, es la palabra que mejor se aplicaba a la comitiva que se alejaba de la costa del mar a paso de elefante, hacia la capital del Imperio.
Elefantes de regalo para el Gran Rey, caballos rayados de las sabanas, camellos, perros de caza y muchos otros animales acompañaban al pequeño ejército que escoltaba al Enviado. Él todo lo miraba desde lo alto de su litera trasportada por cuatro esclavos, protegiéndose del sol con un tapiz y ropas de seda mientras los demás sufrían el calor abrasador del desierto, en que se internaban, sobre sus cuerpos.

(El aporte de Meri Raton, luego de una leve corrección en la ortografía y la sintaxis):
Cuerpos que sufrían el saber que, de perderse, nadie los rescataría, a menos que llamaran a ese, quien los traicionara en primer lugar. No es fácil tomar el mando de un grupo de hombres sin esperanza, embarcados en una travesía sin otra recompensa más que aquella incierta felicidad eterna que les proporcionaría aquel hallazgo.
Muchos querían el mando de la expedición pero cuando se enteraban de la leyenda que cubría la existencia de lo que buscaban, no vacilaban en deponer esa idea.
¿De que se trata lo ansiado? ¿Qué los lleva a internarse en el desierto? Es una embarcación, una vetusta embarcación que un día se perdió, que podría encontrarse en los Alpes suizos tanto como en el fondo de cualquier río, o en la superficie de una extensa llanura, viniendo en busca de los distintos. En ella se encuentra el secreto para obtener lo más preciado del mundo.

Secreto, secreto que ha llevado a la locura, a la perdición, a guerras fratricidas a todo quien se ha embarcado en su búsqueda. Y a pesar de todo, nunca dejaban de buscarlo, ansiaban encontrar el camino hacia la caverna que los reyes de antiguas dinastías utilizaban como Cámara de las Maravillas, donde todos lo regalos reales terminaban al morir un rey, donde cada generación aportaba una nueva maravilla.
El secreto estaba en el barco, pero el tesoro no estaba allí. El barco, y su tripulación nunca descrita con exactitud, custodiaban el camino hacia la brillante majestad.

(El aporte de Dani pfunkie)
Cuando el Enviado se enteró del malvado pensar de sus esclavos y de las poco agradables palabras que para con él tenían, se dijo que quién debía saberlo era el
Gran Rey. De ninguna manera podía permitir que los esclavos se tornaran subversivos mientras se encontraban en aquel inhóspito lugar.
Comprendió que no le resultaría posible combatir contra esa importante comitiva, que tan bien preparada había sido por el Ejército Mayor... él, el Enviado, era sólo una débil persona sujeta a las decisiones de quienes lo transportaban. Se vio inmerso en la más profunda decadencia y se preguntó si el oro escondido en aquella caverna no traía consigo una desgarradora maldición.

(Y el aporte de jlg.)
Se sintió entonces compelido a cumplir la misión, no sólo por el oro, sino para acallar los rugidos internos, los mares tormentosos que llevaban a su espíritu del terror al odio, del miedo a la paranoia. Sabía que si algo encontraría en el tesoro prometido no era tranquilidad económica (que ya poseía), sino esa tranquilidad heroica que nace de una faena espléndidamente terminada. Demostraría no solo que no era un títere de los designios de Dios.
El era Dios.
Plantándole cara al destino lo haría también por su padre, quien murió vacilante y obligándolo a prometer que seguiría con la loca búsqueda de lo que nadie conocía pero todos deseaban.
Y es que los hijos siempre pagan por los errores de sus padres; u se encontraba ahora, en medio del desierto, rumbo a algún lugar indescifrable entre la arena, encomendado a llegar hasta el Gran rey, con una comitiva llena de guerreros y mercenarios que no dudarían en asesinarlo y buscar un nuevo mecenas. Prácticamente sólo, rodeado de enemigos, lo único que podía hacer era esperar que la fortuna cambiara las cosas, que de alguna extraña manera la balanza torciera sus brazos hacia su lado, y retornara a sus manos el control de la comitiva, el poder de ver más allá de cualquier hombre y ser el Enviado que cambiaría la fortuna del Imperio.
Pero la fortuna, sabido es, actúa de maneras extrañas.

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Hasta aquí llegamos hoy, es de esperar que, con los días, la historia continué creciendo.


Gracias por participar de este experimento que, hasta el momento, no tiene efectos secundarios.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

OHHH, POR VOS! como ha crecido esta historia, podriamos hacer best-seller y todo :) Cuando tenga las neuronas más acomodadas, leo todo prestando atención y me fijo si puedo colaborar nuevamente !

Anónimo dijo...

estoy esperando que firmes mi blog. (carita de ofendida)

Anónimo dijo...

TE pasaste, quedo muy bien.

Me hirmana tiene un blog????

jlg