Sur

Esa es, aproximadamente, la distancia que recorrí, a veces caminado, a veces sobre ruedas (ayudado por alguien que no comprendía eso de querer caminar hasta que las zapatillas se rompieran), o a lomo de alguna bestia, y no siempre de las cuadrúpedas. Vi muchas cosas en el camino (o imaginé verlas, ya no lo sé). Pero, a pesar de ello, el viaje no me ayudó de la manera que esperaba. Creía que ver paisajes como estos:

Seria de ayuda para comprender el sentido de muchas cosas, de encontrarle la respuesta la gran pregunta o que, por lo menos, me encaminaría hacia ella, si es que la existe.

            Desconozco por qué la mayor parte de la gente cree que este tipo de viajes puede servir de descubrimiento; desde la invención del automóvil y las carreteras ilimitadas, la noción y el sentido de viaje iniciático se perdió en medio de pilas de papeles de estudios antropológicos. Este tipo de acciones se han vuelto un tópico más de la literatura, de los diálogos académicos y de cualquier tertulia.

            Nadie sabe nada, es la conclusión única a la que arribé tras tanto caminar. Exacto, casi lo mismo que dijo Sócrates y Platón escribió. Nadie sabe nada, de nada, ni de la parte ni del todo ni, mucho menos, de lo absoluto.

            Resulto todo una pérdida de tiempo. Aún no lo decido, quizá si, tal vez no. Hay probabilidades para todo. El paisaje ayuda y la ruta 40 no te lleva hasta el final de un mundo que no es el mío.

            No más reflexión, no más anécdota.

            Sin moraleja alguna.

            Hasta pronto.