Un día más o menos como hoy, hace
aproximadamente diecisiete años, decidí que debería comenzar a guardar cuanto
escribía porque podría ser de utilidad en algún momento. Lo anterior a esa fecha,
cuando se trataba de palabras verbalizadas, se lo llevó el viento o las llamas.
De nada sirve retrotraerme hasta el momento inicial en que descubrí que era
capaz de escribir porque, por suerte, no quedan registros. Bien podría decir
que antes no había nada, por eso fijo una fecha, arbitraria como todo
calendario a la medida del hombre (en este caso yo), como ya lo enseñaban los
griegos hace dos mil quinientos años, y con esa fecha de inicio comienzo a
contar. Lo escrito en los últimos diecisiete años se ha conservado (algunos
dirían que lamentablemente).
Para
bien o para mal, allí están los cuentos escritos para impresionar a los amigos,
para demostrarle a algún profesor que podía hacerlo, para intentar alguna
conquista que indefectiblemente acabaría en fracaso, o por alguna otra razón.
Como un concurso literario, o un verso que en mi pensamiento sonaba muy bien
pero en papel parecía un poco demasiado ridículo. De todo lo anterior hay
archivos (primero manuscritos, después en disquetes de 3 ¼, luego en Cd-Rom,
ahora en pendrive, pero siempre en el mismo procesador de texto, y es que un
poco de nostalgia no hace mal a nadie).
De
poder hacerlo diría que realmente comencé a escribir mucho después de esa
fecha, un par de años más tarde. Borraría muchas cosas que hice de las cuales
me arrepiento, pero que forman parte irremediablemente de mí. Muchos me
recuerdan por el penoso libro de cuentos publicado en 2002 (penoso por la
calidad de los materiales incluidos, y penoso por el pésimo trabajo de edición de
la editorial) pero, claro, ya no soy la persona que lo escribió. Muchos otros me
recuerdan por el libro de poesía, un poco mejor editado y con un material apenas
más cuidado, del 2007. Tampoco soy esa persona. Luego el abismo. O como le
llaman los medios de comunicación, las redes asociales, en donde lo que importa
es el personaje que no la obra. Siempre me negué, y continúo haciéndolo, a
convertirme un personaje de mí mismo. Y quien dice que usar las redes sociales
es socializar no sabe lo que dice o prefiere ignorar la verdadera función de
dichas redes. Pero ese es tema para otro debate, en otro momento, en otro
lugar, con menos intereses en juego.
La
cuestión es que debería de estar festejando mis 17 años con la literatura, ya
que se trata de mi relación más extensa con algo (o alguien), pero (y siempre
hay un pero y este pero es un pero que aunque intente evitar siempre termino
recurriendo a él diciendo como cabría de esperarse “siempre hay un pero”) hace
mucho que no hago lo que pretendo hacer, es decir, escribir. Me gustaría poder
decir que vivo de regalías, como las familias de los escritores famosos
muertos, sólo que no es así (ni creo tampoco, que suceda en algún momento;
principalmente porque uso demasiado los paréntesis para agregarle comentarios a
mis propios comentarios). Por ejemplo, el cuento que se publicó en la Revista Próxima fue escrito en algún momento
entre el 2008 y el 2009. Tiene sus años y, aún cuando siga gustándome el
resultado final, no es tan actual como debería de serlo. Por lo menos es un
cuento que siento como más cercano a mi yo actual que todo lo anterior. De lo
que se escribió luego, todavía nada ha visto la luz. Repito, todavía.
Comienza
un nuevo año… ¿Qué vendrá después?
8 comentarios:
Ahora ya puedo cambiar el calendario...
Saludos,
J.
Buena idea esa de guardar lo que escribías. En algún momento pueden servir.
A Borges le ha pasado eso de no estar orgulloso de los primeros libros. O tal vez era Bioy Casares.
También puede pasar lo de no ser quien escribió ciertos cuentos. Tal vez sea algo de lo valioso de escribir, registrar quien fue uno.
Felicitcaciones por tus 17 años con la literatura.
Feliz año nuevo, pues. Nada, ya que no hay celebración, me guardo el cava y el pastel de nata para otra ocasión.
Tampoco puedo decir que los escritores mejoren con los años, porque algunos solamente se lucieron en sus primeras obras y vivieron de renta. Por tanto, espero con ganas de sorprenderme, como cada semana, tus entradas que siempre dejan rastro (un rastro positivo, por cierto).
Enhorabuena por este 17 cumpleaños, no tiro traca pero suelto confeti y serpentinas; luego barres tú, jajajajajja.
Un beso y tu cafelito de hoy.
a todo esto, lo único que podría comentar es: maldito tiempo! ya 17 años?!!
pregunta: si se quema todo lo producido, se vuelve el tiempo atrás? no digo 17 años pero que se yo, 10 añitos...? 5...? un mes...
ufa! ya sigo, ya sigo...!
habrá que seguir nomás,
¡saludos José!!!
Yo creo que lo que hicimos en antiguos años,,aunque estén mal y faltos de experiencia ,es éso "faltos de experiencia"El problema es si hoy, incurrimos en los mismos errores. En mi caso , veo mis primeros dibujos y realmente no son buenos ,pero poco a poco fuí descubriendo errores y trabajando,algo pude mejorar y espero seguir en ése camino ya que cuesta llegar. Martha
¡Felicidades!!
Por muchos años más.
Me encuentro en eso que de lo escrito anteriormente no te deja conforme. Me sucede igual.
Pero es bueno mantener lo escrito y repasarlo, a veces se suelen sacar ideas o mejorar el mismo texto.
mariarosa
Me gustó mucho.
En alguna línea decís que de nada sirve retrotraerte, pero en varios de esos párrafos lo hiciste y con muy buena prosa. Creo que no está mal retrotraerse para luego saltar hacia el nuevo año. Espero que nos garantices un nuevo año (o 17 más), en el cual espero estar desde el día uno hasta el 365.
Si pasás por mi blog te darás cuenta que casualmente también tuve una semana de retrospectiva.
Felicitaciones por estos 17 años.
Abrazo!
Gracias amigas, amigos y lectores de siempre. Sabiendo que están allí no me quedan más opciones que continuar escribiendo.
Saludos
J.
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