martes, 12 de agosto de 2008

La caja


La descubrió caminando por el pueblo. Alguien la había arrojado junto a un poste del telégrafo, y ahora yacía allí, desamparada y sucia, como la vieja caja de cartón que era.
Caminó más despacio mientras se acercaba para poder estudiarla y entender el porqué de aquella actitud. A pesar de que la caja estaba un poco rota, con las esquinas abolladas, con una mancha que bien podía ser de vino u orín de gato, y carecía de tapa, todavía servía.
En su interior, luego de una buena limpieza, por supuesto, era posible guardar muchas cosas. Si se la llevaba la destinaría, por ejemplo, a contener sus enseres, o, tal vez, para evitar que se continuara rompiendo, los aparejos de la carreta. También entrarían allí los libros indescifrables que dejara su abuelo en el taller.
En fin, muchas cosas podría hacer con ella. Pero, ¿por qué razón la caja se encontraba en la calle? Era para deshacerse de ella, o ventilaban su interior.
Tenía el aspecto de algo abandonado allí, y es tan difícil encontrar una caja de tal calidad en estos días.
Continuó caminando alejándose poco a poco del poste, de la caja; pero no de sus pensamientos, nunca podía alejarse de ellos.
No se sentía capaz de tomar algo que no le pertenecía, aunque estuviera en la calle y sin dueño. ¿Cómo decidir una situación de tanta importancia de forma rápida, certera y sin remordimientos? ¿Cómo?
Dio la espalda a la caja, intentó alejarse del lugar, doblar en la siguiente calle, desalojar aquel trozo de cartón de su cabeza.
¡Maldición si pudo hacerlo!
Tan rápido como dobló en a esquina volvió sobre sus pasos corriendo con desesperación hasta el poste, tomó entre sus manos el objeto de sus devaneos y huyó del lugar sin mirar a nadie; sin notar que a nadie le importaba una simple caja de cartón abandonada en la calle.

8 comentarios:

Cecis ... funámbula dijo...

Me encantó...tal vez por descubrirme en esa actitud...por que un objeto, a veces, llama tanto nuestra atencion?? qué nos llama de él...? quien nos llama desde él?
Un abrazo

Dalma Longo dijo...

Un cuento breve, adoro los cuentos, por momentos creo que me gustan mucho más que las historias largar. Ellos van a otro lugar, son más efectivos, me gustan mucho de verdad.
Y que paradójico, para algunos un simple objeto puede tener un gran valor y para otro siquiera percivirlo.


Cariños,

Dal.-

Anartista dijo...

y eso que no pude enterarme que contenía la caja....



gracias es una bonita palabra, pero es un placer para mi, que te permitas leerme.

Anónimo dijo...

Cecis: creo que si supiera eso me hubiera quedado con la caja en vez de tirarla junto a ese poste...

Dal: Hay quienes comparan los cuentos como una aventura pasajera, y las novelas como un matrimonio de años, tal vez haya algo de eso en el gusto, ¿no te parece?

Anartista: El contenido no es lo importante, sino lo que genera. Regresa cuando quieras, las puertas están siempre abiertas (menos cuando blogger cierra para mantenimiento, pero eso es otro tema).

Saludos

Dalma Longo dijo...

Dragón: Es una buena analogía (otra cosa que me fascina y aplico a diario), pero en este caso, no es aplicable a mi. Me gusta habitar, permanecer, trascender, por ende estoy más dentro del matrimonio de años en este caso.

Pero digamos que también es factible, por momentos, convertir esa larga historia en una suma de historia breves. Sería como cuentos con continuidad o uno dentro del otro.
Tal vez...


Slds.-
Dal.-

El Titán dijo...

jajajaja...llegará un día que una simple caja será más valiosa que todo el oro del fuerte Knox...

Anónimo dijo...

Tal vez si, tal vez no, el valor a las cosas se las da el mismo hombre que luego lucha por el, nadie recuerda que el oro es sólo una piedra mas.

Saludos

Unknown dijo...

Es un excelente relato sobre la subjetividad y el valor de las cosas. Es uno de esos textos que te abren un poco la cabeza.

Literariamente hablando me hubiera gustado que haya más suspenso, que hubieras resuelto recién al final cuál era el objeto del deseo.

Te seguiré leyendo, de a poco, pero sin dejar pasar nada!

Saludos!