domingo, 13 de julio de 2008

Sólo chatarra



Vía de conexión Luna-Calixto. Detrás de tan rimbombante nombre se esconde el más turbio negociado de la historia de la humanidad. La delimitación del camino de unión entre ambos satélites, a partir de boyas-radiofaro espaciales que sin lugar a dudas mejoraría la comunicación y el transporte entre ambos extremos, se había realizado escatimando recursos de todo tipo.
Se utilizó plastimetal allí donde se requería acero de la mejor calidad; así como se usó alambres del más fino cobre donde debería haber plastimetal. Claramente, todo estaba pensado para abaratar costos.
Los operadores sintéticos de ambas terminales eran obsoletos a los pocos meses de inaugurada la obra. El sistema operativo con el que fueron programados no era el ideal para la cantidad de tareas que debían realizar a un mismo tiempo; además, no podía actualizarse de manera automática, sino que una vez que dejara de cumplir su función, habría que reemplazar la unidad completa.
Las boyas (cómo olvidar ese detalle), cuya vida útil en el espacio profundo es de quince años, tendían a quedar fuera de servicio, una a una, aproximadamente cada nueve meses. Tal vez, si se hubieran utilizado las boyas reglamentarias se hubieran salvado numerosas y costosas naves, para no hacer referencia la cantidad de vidas perdidas. Pero la justicia suprajuridisccional que abarca hoy la vía y sus múltiples destinos, aún no se formaba al momento de comenzar las obras, por lo que nadie creyó necesario aplicar las normativas vigentes.
Desidia y dinero llevaron a que la Tierra, y las colonias desperdigadas por el sistema solar, invirtieran millones de miles de millones (una suma astronómica si se me permite el eufemismo), en algo que hoy se erige como un recuerdo más de la locura del siglo anterior. Una anécdota para los libros de historia anecdótica que continúa, metafóricamente hablando, acumulando herrumbre y se pierde, trozo a trozo, en el vacío negándose a pasar al olvido como otras grandes obras encaradas por la humanidad en su ansiedad por controlar las estrellas.
Estrellas a las que, claramente, nunca llegaría.
Se trata, también, del último gran proyecto encarado por el humanidad en la etapa en las que los viajes espaciales solamente podían realizarse con rudimentarias naves espaciales que reunían, supuestamente, la mejor tecnología de la época y servían para señalar en el cielo nocturno de la Tierra, la estela del poder del hombre. Es una pena, pues, que hayan comenzado su construcción apenas unos años antes de que se descubriera el proceso de la teletransportación de la materia orgánica (TMO según su sigla en idioma intergaláctico), y toda tecnología anterior se tornara, inevitablemente, obsoleta.

7 comentarios:

El Titán dijo...

Excelente! Me encanta esta ciencia ficción...
Pregunta:en ese tiempo, quienes integraban la suprema corte?

Anónimo dijo...

¿Suprema corte?

Desconozco esos términos, ¿seguimos hablando de Ci-Fi, ¿no?

jlg dijo...

Pero por Dios! (que ya sabes quien es), eso es parte de la trilogia?, cada dia escribis mejor, como Gardel, por ahi si te moris todos nos damos cuenta queras el mejor, pero mejor no te mueras que sino no puedo alardear de "mi amigo el profesor de historia"

jlg

Mechi.- dijo...

Muy bueno!
Hay un segundo capitulo? :)

La otra parte de mí dijo...

buenísimo.sigo leyéndote.

Anónimo dijo...

No jlg no es parte de ninguna trilogía (Además era una tetralogía), es sólo un cuento.

Mechi: cuentan las leyendas que las segundas partes nunca son buenas, así que mejor lo dejamos ahí.

La otra parte de mi, lee tranquila/o que todavía es gratis.

Unknown dijo...

Me encantó, no puedo dejar de hacer un paralelismo con todos los residuos derivados del petróleo que llenan los rincones del planeta,

saludos!