martes, 9 de febrero de 2010

Café para dos


Me refugié en aquella cafetería porque, desde el exterior, lucía como un cúmulo de paz y tranquilidad. Allí afuera el mundo se transfiguraba en caos, mientras que en el interior todo continuaba como si de un día más se tratara.
Azoté la puerta al entrar, pero nadie levantó la vista. Si alguien se percató de mi presencia, no dio la menor muestra de ello.
Apoyado contra el vidrio, para asegurarme que se mantuviera cerrada, respiré pesadamente hasta que mi agitación disminuyó poco a poco. Comenzaba a sentirme ridículo allí parado, por lo que decidí sentarme, más para disimular que por otra cosa. Elegí una de las mesas del centro del salón que permanecía en gran medida vacío; desde allí podía ver el gran ventanal que miraba a la ciudad y que tenía aquella puerta como centro.
Un poco hacia la izquierda, iluminada por el resplandor irreal del exterior, una muchacha ocupaba una solitaria mesa junto al ventanal. Escribía en una libreta amarillenta mientras una taza de café humeaba junto a su mano. Su pie jugueteaba con la sandalia manteniéndola en el aire sin dejarla caer.
No parecía darse cuenta de lo que sucedía afuera, tan cerca de ella, tan distante del mundo. Eso que nadie sabia lo que era; una conjunción de planetas, una guerra neutrónica, el desgarramiento de la continuidad espacio-tiempo, el final de la realidad o el comienzo de una nueva.
Más allá del cristal  los edificios se derrumbaron y volvieron a construirse, eran los mismos o eran diferentes, lo mismo daba; crecieron palmeras sobre un lago inexistente; el atardecer y el amanecer sucedían al mismo tiempo antes de que llegara el café que pidiera con una seña al solitario y silencioso mozo. Aún no se me había ocurrido pensar que, quizá, mi dinero careciera de valor allí.
Una tribu de mujeres construyendo una torre apartando los viejos edificios como si se trataran de árboles muertos; guerreros a caballos combatían contra seres para nada humanos entre sus piernas; una procesión interminable de elefantes atravesó lo que quedaba de la avenida 18 de Julio; animales inclasificables surgieron poco después entre las ruinas.
Agregué dos sobres de azúcar ultraorgánica al tiempo que una nave espacial de proporciones incomprensibles en comparación humana, derribaba a otra de idénticas características, sin que los antropoides que pastaban debajo lo notaran.
Las pocas personas en la cafetería atendían sus asuntos, sin siquiera mirar al resto de los clientela, sin preocuparse por el exterior, ni nada ajeno a sus mesas.
Un bárbaro, desnudo, grasiento y musculoso (como todo bárbaro cinematográfico), descubrió el ventanal, lo miró con curiosidad un instante antes de arremeter contra él con su espada en alto.
Tensioné mi cuerpo preparándome para verlo atravesar el vidrio y caer sobre la desprevenida muchacha pensando en cuál sería la mejor manera de rescatarla o de ponerme a cubierto. De una manera u otra la paz que encontrara en aquel lugar estaba a punto de desaparecer.
Escasos decímetros antes de lograr su cometido, se desvaneció en el aire.
Me relajé por completo y suspiré. Observé una vez más la cafetería; estudié la agradable decoración, su diáfana luz y los pocos sonidos habitualmente estridentes del ambiente.
Probé el café y lo encontré sabroso como pocos de los que probara antes desde que comenzara el caos hacía tanto tiempo.
Me recliné en la silla mirando, una vez más, a través del ventanal, esperando que el calidoscopio de imágenes que descubría del otro lado me llevara juntar el valor necesario para cercarme a la mesa de la muchacha. Ella continuaba escribiendo, sin siquiera levantar la mirada por un instante, sin percatarse de mi mirada, como si de lo más importante del universo se tratara, en su libreta…

12 comentarios:

Druida de noche dijo...

muy bueno... un bar lleno de barbarismos de todo tipo (incluyendo un cafe exquisito que se bebe con sabor a mujer sola esperando)

druida

Joe dijo...

Eso seguro no paso en la "barberia" ahi nunca hay nuchachas de ningun tipo.

Me pasa poco pero me pasa, con tus cuentos siempre es asi, me enganchan, por ahi depues los finales no siempre me golpean como uno espera pero la verdad es que eso me pasa con frecuencia con cualquier escritor, lo cierto es que tenes un gatuno estilo misterioso de enganchar con lo que escribis, creo. Digo de pronto me parece.

jlg

Bla dijo...

Nada como visualizar a través de un vidrio lo que uno siente interiormente..

Joe dijo...

Miau!!

El hombre gato de los Padrinos Magicos sos vos!

nos vemos mañana asi te cuento "mi periplo insondable"

jlg

Unknown dijo...

Muy bueno!!
Yo no le pondría la foto, creo que con tus palabras es más que suficiente como para que cada uno construya su propia cafetería hasta el más íntimo detalle.

JP dijo...

-- eso es cafe con aroma de planetas por descubrir en una taza de ese rico aromatico, salud!!! (ojala no haya sido un starbucks!!!) saludos maestro Dragon!!!

samanta niz dijo...

hixe cositas nuevas
espero ke te gusten


n_n

kisususus

sammy

El Titán dijo...

excelente loco...nunca podre llegar a tu nivel de entropía...

Anónimo dijo...

Druida: ¿No deberían ser así todos los bares?

Joe: Por supuesto que no, en ese bar nunca pasa nada. Y el tema de los finales es complicado, a mi me pasa con las películas.

Malthus: Pero no siempre visualizar es sinónimo de enfrentar.

Joe: Lo espero.

Patto: La foto la dejé para ilustrar un poco el blog, para distraer la vista y que no quede todo como palabras, palabras y más palabras. Y no para ayudar a la imaginación.

Jota Pe: Planetas y galaxias están disponibles en cada taza de café.

Samanta: Ahora paso.

Titán: ¿Y qué porcentaje de 'nivel entrópico' tengo? (esa es una buena idea para un cuento)

Saludos

Bla dijo...

No claro que no! Habría que cruzar ese linde tránsparo-cristalino para hacerlo.

Pezogro dijo...

No es piola tener un porcentaje de nivel entrópico alto, para mi que te está forreando.

Fuera de joda,después de leer un rato...este escrito me gustó en particular

Thor dijo...

Interesante relato, a mi parecer mezcla ciencia ficcion con algo de humor absurdo y humor negro del inteligente. Muy buena la mezcla a pesar de lo intrincado que parece despues de una primera lectura.