Amaterasu, la diosa solar de
antaño estaba enojada. Evaporó las nubes, desecó los ríos y los lagos,
achicharró a los animales, abrazaba nuestra piel y sobrecalentaba los techos de
nuestras casas. Eso para no mencionar las pocas cosechas que aún subsistían.
Algo,
o quizás alguien, la había hecho enojar.
Todos
en el pueblo me responsabilizaban por ello.
Pero
ni siquiera sabía qué era lo que había hecho mal, si es que debía de haber
hecho algo, o si simplemente buscaban con quién descargar sus problemas.
Me
expulsaron de las casas comunales sin más protección que unos viejos lentes de
sol gastados, que apenas protegían algo, y sin ropa. Pensaban que arderían ni
bien entrara en contacto con la furia de la diosa. Pensaron que al apartarme de
su comunidad sus problemas se solucionarían. Pensaron muchas cosas.
Pero
se equivocaron en cada una de ellas.
Nada
podía hacerme Amaterasu, porque yo seré/era/soy Amaterasu.
3 comentarios:
Querían ocultármelo, pero la verdad siempre se conoce.
Saludos,
J.
Yo no soy Amaterasu, pero en cierta ocasión, viví, soñé despierto algo que desgraciadamente está ocurriendo. Lo titulé "Carta escrita en el año 2508", realmente deseo que nunca ocurra.
Saludos
El famoso chivo Amaterasu
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