Con los últimos vestigios de tinta colocó los
puntos que faltaban sobre las íes y se acomodó en su asiento. Por fin tenía el
manuscrito terminado. Ochocientas páginas escritas con la caligrafía más
prolija que era posible lograr con sus reumáticas manos.
No se trataba de sus memorias, si
apenas recordaba su nombre luego de tan exhaustivo ejercicio de escritura.
Tampoco era su autobiografía. En la cual sería incapaz de atenerse a los hechos
reales. Nada de eso. Aquel esfuerzo, un monumento tan extenso como Los Hermanos
Karamázov, Moby Dick, la Torá y tantos otros libros de ficción, sería lo que
coronaría su gloria.
Por algo llevaba invertido en él los
últimos doce años de su vida, con lecturas parciales, correcciones,
reescritura, correcciones, ampliaciones, correcciones de las ampliaciones,
supresión de personajes, correcciones, un catálogo de naves completamente
nuevo, y más correcciones.
Ahora estaba cansado, necesitaba no
simplemente descansar, sino volver a nacer, renacer de algo diferente a las
pútridas excoriaciones de su piel que poco se parecían a las cenizas de un
fénix cualquiera. El vaso, la botella, la nevera, la alacena, todo vacío, su
estómago rumiando hambre, y la imposibilidad de saber si, detrás de la grasa
acumulada sobre el cristal de la única ventana, era de noche o de día.
Aunque tampoco importaba.
O eso creía.
Sintió sus articulaciones crujir
cuando se levantó y caminó hacia la chimenea en la que un pobre rescoldo
luchaba por existir. Con el atizador removió las brasas casi apagadas hasta que
el fuego revivió y las llamas crecieron una vez más.
El nuevo calor se sentía agradable,
placentero, como si fuera lo único necesario para vivir. Lo único importante.
Lo único.
Se estiró hacia la mesa donde dormía
el manuscrito y lanzó, con decisión pero sin esfuerzo, la pirámide de hojas al
fuego.
Acercó una silla, su única silla, a
la chimenea, y se sentó a contemplar las hojas volviéndose pavesas rojizas y
morir en cenizas eternas, deleitándose con el descubrimiento de que algunas
historias fueron hechas para no ser contadas jamás.
Se relajó y, poco a poco, se dejó
llevar por ese calor tan reconfortante y familiar mientras comenzaba a amodorrarse
allí.
10 comentarios:
Eso hasta que vino la ex mujer, ex amante, amigo, hijo y/o hija y dijeron: "Mirá lo que encontré medio chamuscado por acá, ahora que se murió lo podemos sacar como obra inédita".
A veces siento ese mismo impulso. Que el fuego lo consuma todo.
Saludos =)
Pues 800 páginas poniendo puntos de íes significa mucho esmero. Una obra redonda al fuego. Una vez hice eso con un paisaje de sanguina que me costó de hacer un montón... me gustaba el dibujo pero no lo triste que había puesto en él.
Un abrazo y cafelito para hoy!
Quizás su obra maestra no fue escribirla sino quemarla,
Saludos desde Tenerife y dejo enlace de mi blog por si quieres conocelo, creo que tardaré en quemarlo.
http://gofioconmiel.blogspot.com.es/
Siempre haces pensar con tus relatos e/y historias. Quien tiene el coraje, dedicación y constancia de escribir un libro, novela o historia, sea buena o no, me resulta digna de admiración. Ahora bien, ser tan crítico con uno mismo, tiene sus ventajas? nunca consigues hacer algo que esté a la altura de sus deseos... no sé, explícame otra definición a por qué acabar con un trabajo tan arduo y complejo como es crear y levantar una historia. Hoy no compartí del todo tus reflexiones jajaja.
un abrazo amigo :))
no fueron tantas hojas, pero tambien he tirado al fuego varias "obras", suele pasar que la gloria fue escribirlas y el gozo destruirlas, saludos
tambien lo podia haber hecho alreves.
el manuscrito,sobre la silla...
La eterna pregunta: ¿escribimos para nosotros o para el lector? ¿La escritura en sí es el motor o la lectura que otros le den a esas letras?
Nunca me lo podré responder.
Qué cabrón el tío, nos dejó con las ganas de leer tan perfecta obra.
Bueno, no puedo quejar mucho que yo una vez quemé muchos de mis poemas, pero los motivos no los recuerdo.
Un placer siempre José
una lectura inquietante.
Enhorabuena!
al fin se liberó.
Me dejó una muy buena sensación de lector.
Salud
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