— Vamos, ven conmigo.
Por cierto que si tuviera que
aseverar que esas hayan sido sus exactas palabras, dudaría de la autenticidad
del recuerdo.
El
silencio resultaba abrumador en su inmensidad. Algo que nadie imaginaría en
medio de una ciudad tan grande como en la que nos encontramos; pero era, al
mismo tiempo, una ciudad tan desolada a esa hora de la noche. Y, aún cuando
parezca que intento justificar mis supuestas acciones, nunca podría hacerlo
porque ni siquiera tengo muy en claro de lo que se me acusa. Tal vez si
conociera todos los hechos, cómo se supone que dicen ustedes que han sucedido,
o lo que han podido reconstruir según las pruebas que han recabado, quizás
entonces mi memoria comenzaría a funcionar de otro modo.
Si,
he leído las crónicas publicadas en los periódicos que han permitido que
cayeran en mis manos. Pero ignoro los detalles que ustedes ansían conocer. Eso
si tiene veracidad lo que me dicen acerca de mi participación en tales
rituales… ¿cómo era la palabra que utilizaron para calificarlos? Ah, si,
oculistas… No, no, no, perdón, ocultistas.
Palabra que me era por completo desconocida hasta el momento en que ustedes la
mencionaran ante mí.
El
que haya sido encontrado en medio del monte, cubierto de sangre de no sé quien,
como ustedes dicen, quizá de humano, quizá de animal, probablemente solo pintura, ya que no lo recuerdo, nada evidencia.
Bien podría haberse producido alguna clase de accidente. Porque no tengo nada
que ver con la media docena de cadáveres desmembrados que pretenden endilgarme
en un juicio tan amañado como el presente.
En
mi vida he sabido siquiera deshuesar un pollo, y ustedes dicen que he hecho
cosas aberrantes a esas personas, las identificadas y las aún desconocidas. El
cuchillo podrá tener mis huellas digitales, pero, repito, nada tengo que ver
con ello. Pude haberlo encontrado en algún momento de la noche y lo tomé para
que no quedara perdido en medio de la maleza; pudo habérmelo dado otra persona
que no, no sé quién será porque carezco de recuerdos precisos. La frase que
escuchara en medio del silencio de la ciudad es el límite de mi memoria.
Porque,
después de todo, lo único que hice fue responder una invitación, por completo inesperada,
es cierto, ¿pero como rechazar una propuesta pronunciada con la voz grave y
profunda de Narciso Ibáñez Menta proveniente de un gato callejero que nos mira
con fruición? Díganmelo ustedes y sean sinceros, si es que pueden, ¿la rechazarían?
18 comentarios:
No sé ustedes, pero aceptaría la invitación sin dudarlo.
Nos leemos,
J.
Soy miedosa, no aceptaría ni tantito así.
Un saludo
Y es posible que tenga algo de razón y haya sido incriminado. ¿Será un plan del gato que hizo la invitación?
Intrigante historia.
Me apunto al comentario de la MaLquEridA.
Mi mamá siempre me decía que no hablara con desconocidos, así que, yo, derecho a mi casa sin detenerme.
Buenísimo! Yo tampoco hubiera rechazado tal invitación.
Un abrazo.
¿Quién se ha robado el espíritu de aventura de mis lectores? ¿Quién?
Suerte!
J.
Y si aceptaría la invitación...pero tendría miedo...creo que moriría de miedo...pero iría
Un abrazo
Si fuera el séptimo hijo varón de una prole del mismo sexo... no lo dudaría ni un segundo.
Abrazo!
al menos impactante ha de ser encontrarse con ese felino y su voz tan peculiar!
resistir su invitación es otro cantar.
salute!
!Yo no opino pero si no puedo dejar de ver y comentar, la belleza de la foto con ese hermoso minino. Martha
¿Narciso Ibáñez Menta? Ni lo dudo, voy de una. Más si termino envuelto en tan exquisito clímax de misterio que le plasmaste al relato, José.
Saludos.
Quién podría rechazar esa invitación?
Un abrazo, Jose, vuelvo por tu casa
En buen lió te metiste querido José...
Un relato excelente, hasta te diría que te creía tu declaración, pero cuando nombraste a Narciso Ibáñez Menta que te hablaba a través de un gato... ahí , patinaste.
Te felicito, un relato muy bueno.
mariarosa
En ocasiones, solo se necesita una invitación para cambiar tu rutina; a pesar de que (como me pasó a mi) puede terminar mal todo
Me quedo con el tono de la narración, es insinuante, es inteligente utilizar ese tipo de narración para el tipo de relato negro. Muy bueno.
Saludos.
Mira que iban mi piel poniéndose de gallina poco a poco, pero al ver la foto final, se ha puesto hasta de pollo!!!
Ni de broma me apunto a la aventura. recuerdo que una vez encerré en el coche una película de miedo porque no podía dormir con ella dentro de casa. Uf, no soy cobardica, amigo, el problema es que tengo una imaginación desbordante que me juega malas pasadas... :)
Un abrazo y tu cafelito para hoy.
Gracias a tod@s por sus comentarios.
Nos estamos leyendo,
J.
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