El clima no ayudaba.
El sol brillaba como fuerza en un
cielo despejado y sin rastros de nubes en su azul perpetuo; los turistas
continuaban llegando para aprovechar el verano extendido de cuatro a seis
meses. Las caras sonrientes, las ventas inigualables de protector solar y las
reservas hoteleras al tope por los próximos meses, fomentaban el olvido de lo
que sucedía detrás de tanta alegría.
Pareciera como si se hubieran puesto
de acuerdo para no hablar del tema, para no dejarse llevar por la imposibilidad
de sus acciones. No querían que la realidad se presentara con su máscara
habitual, en medio de sus bailes y su diversión. Doraban sus cuerpos bajo el
ardiente sol que se mantenía, estoico, en su cenit, como una bendición decían.
Miraban solamente hacia un lado, sin
girar nunca la cabeza para darse cuenta de lo que ocurría, porque las cosas,
cuando no se las miran, no suceden, todos saben eso. Por eso miraban hacia la
costa, libre de gaviotas molestas y cangrejales traicioneros y con kilómetros
de nueva playa.
Nadie quería saber que, del otro
lado de los médanos, el desierto crecía devorando las ciudades.
10 comentarios:
Yo hubiera mirado hacia el desierto.
¿Ustedes?
Saludos
J.
a veces es lo más saludable mirar hacia otro lado. No por ello dejaremos de ignorar la realidad, pero merecemos la pausa.
Siempre estupendas las cosas que nos dejas.
Feliz tarde de domingo.
Me gusta lo que escribes y bueno gracias pero me gustaria algunas fotitios con todos respeto. saludos amigo(a)
Me gusta el mar, tengo alma de navegante. Será por eso que tengo el corazón en el desierto.
Podes mirar hacia la costa todo lo que quieras, hasta que el desierto te devora a vos tmb y ahí ya no hay vuelta atrás.
La realidad siempre se sale con la suya. Nos busca incansablemente, aunque nos hagamos los distraídos, sabemos que al doblar la esquina ella siempre esta.
Cuanto más tarde en encontrarnos, peor la golpiza que nos da.
Algo así como cuando la ciudad no quiere ver mas a llá de la general paz!....
Por lo menos allí estaban fresquitos. Pero lo sé de buena tinta, pronto vendrá el maremoto.
Un abrazo, J.
lo volví a leer y me volvió a gustar, más que antes.
¿Será que con esto del calentamiento global ahora habrán miles de Acapulcos en el mundo? Si es así, pues los vendedores de traje de baños haran de las suyas.
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