viernes, 6 de enero de 2012

Se es siempre lo que se fue

Parecía mentira, pero no lo era. Más bien se acercaba un poco a la tozudez supina. Porque volver a levantar, distrayendo esfuerzos y recursos de otras necesidades, la muralla antaño derribada, sin mayores explicaciones que el temor, el miedo a los diferentes, era, cuanto menos, inexplicable.
Aún vivían unos pocos ancianos que recordaban haber pasado su infancia en la Ciudad de las Murallas Perfectas; pero ninguno sabía decir si esos trozos de adobe y estiércol apisonado servirían de algo. Tampoco decían nada sobre el por qué de su destrucción, como si algún extraño secreto se ocultara allí.
Los hombres nuevos, los que heredaron la ciudad, el poder de tomar decisiones y las escasas riquezas, temían por sus posesiones. Esa era la razón por la que se obligaba a los parias, los pobres, los maestros de escuela y a los discapacitados a arrastrar carro tras carro de tierra, a cavar y cavar, a rellenar y quebrar, sin un orden demasiado lógico, sin un sentido, mientras la muralla crecía regada por el sudor, y el orín, de los obreros.
Para mantener a ese enemigo ficticio alejado de los hogares; para saber siempre quién entra y quién sale de la ciudad, y qué se lleva con él; para brindar seguridad y la sensación de encontrarse, una vez más, en el vientre materno.
Los ancianos, por su parte, nada dicen. No por carencia de palabras, ni porque sepan que su experiencia no serviría de nada en la construcción.
Ellos callan porque saben que, por más alta que una muralla sea, siempre habrá una forma de franquearla. Ellos callan porque recuerdan a la vieja, inmemorial y destruida una y otra vez, Troya.

3 comentarios:

José A. García dijo...

La imagen es de algún lugar de Andalucía, al parecer, pero no tengo muchas precisiones. Si alguien sabe, el dato será bienvenido.

Saludos

J.

Pablo Galván dijo...

Muy buena la entrada, excelente narración ;) saludos!

Esilleviana dijo...

Es un posible camino al que nos podemos enfrentar y vernos expuestos y abocados? he pensado que como final de toda este afán de consumir, gastar, especular... llegará el momento de regresar a los orígenes y principio.

Me hizo pensar.

un abrazo
:)