sábado, 22 de abril de 2023

Velocidad

Mis piernas arden. Ojala fuera un dolor nuevo, pero llevan kilómetros ardiéndome. No puedo dejar de pedalear, mucho menos ahora que por fin logré alcanzar esta velocidad. Pero me arden, sí. Tal vez si me convenzo de que no arden, de que no siento nada, pueda continuar.
    El dolor es psicológico.
    No, a la mierda la psicología que no sirve para nada.
    Siento cada músculo mayor de mis piernas gritando para que me detenga. Incluso los músculos menores, esos de los que ni siquiera sus nombres conozco, se están quejando. Mi cuerpo entero se queja cuando respiro el aire caliente que entra como cuchillas de acero inoxidable corroído en mis pulmones. También mi corazón me pide que me detenga, pero no puedo. Si me detengo ahora será peor porque después tendría que volver a empezar.
    Como cuando sí tuve que volver a empezar, un año atrás ―tal vez fuera menos, tal vez más―, después de todo ese tiempo sin subir a una bicicleta y creyendo que sería fácil volver. Y no, claro, no lo era, no podía serlo. Nunca lo sería.
    Las primeras semanas fueron de pedalear unos pocos kilómetros antes de detenerme. Poco a poco, me decía, paso a paso, pedaleada a pedaleada, para ganar confianza en los músculos, fuerza y resistencia. Luego aumenté la distancia para sentir que estaba haciendo algo. La velocidad llegó después, cuando me percaté de que también debía pensar en ella. Entonces comenzó el verdadero juego para saber cuál sería la velocidad máxima que podría desarrollar y por cuánto tiempo podría sostenerla, saber cuánta práctica necesitaría y cuánto cansancio lograría era parte de lo mismo.
    El cansancio era necesario, porque cuando estoy cansado, cansado de verdad, mi cabeza deja de sonar como una radio mal sintonizada en la que las canciones se mezclan con la estática y con lo que fuera que estén diciendo en cualquier otro lugar, contradiciéndose y superponiéndose con lo que intento pensar. Cuando estoy cansado de verdad solo el silencio permanece, entonces puedo dormir. Por eso necesito cansarme, seguir pedaleando para mantener mi velocidad máxima y cansarme.
    Aunque mis músculos ardan, aunque el agotamiento me diga que ya es suficiente, siempre se puede un poco más, siempre un poco más. Hasta que ya no pueda. Pero mientras pueda, seguiré, un poco más. Eso es todo lo que pido, un poco más.
    Mis piernas arden. Ojala fuera un dolor nuevo, pero llevan kilómetros ardiéndome. En mi pecho mi corazón quiere acompañarlas ardiendo con tanta intensidad como ellas. Siento que me quedo sin aire, pero no, no es así, todavía puedo pedalear, un kilómetro más, no más que eso, un poco más, hasta el fin, ese que no deja de acercarse.

Fotograma de las película: Las trillizas de Belleville
(Les Triplettes de Belleville, 2003)

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Inicio del espacio Publicitario:

En el N° 1 del Sexto Año de la revista Digital de Ciencia Ficción Teoría Ómicron (Ecuador), se ha publicado el relato: Esas luces que parpadean.

En la Revista Digital El Narratorio N° 86 se ha publicado el relato: Confesión.

Pueden pasar a leerlos cuando gusten.

Fin del Espacio Publicitario.

26 comentarios:

José A. García dijo...

Cualquier coincidencia con la realidad es mera coincidencia.

Saludos,
J.

José A. García dijo...

O tal vez no sea coincidencia en lo absoluto.

Suerte,
J.

Alfred dijo...

Pedalear y pedalear, siempre un poco más, sin desfallecer, siempre un poco más.

Saludos.

Sergio Munari dijo...

Es curioso, que tengamos algunas afinidades, si es que éste relato tiene tintes autobiográficos, José Antonio. Porque en mi juventud, pedaleaba con denuedo. Se me daba bien golpear al balón, pero un primo mío se apuntó a un club de ciclismo, y por ese proselitismo vacuo de la adolescencia, decidí seguir sus pasos. Era un ciclista potente, que subía grandes collados casi sin levantarme del sillín, y al que se le manifestaba esa naturaleza dual de la mente. Por un lado lo fácil que sería rendirse en la próxima curva, con la promesa de un dulce descanso. Como ir más allá de cualquier volición, y superar la próxima curva, y luego la siguiente y así hasta coronar la cima. No me bajé ninguna vez, tuve pájaras en terreno llano, donde de repente que tus piernas se encuentran vacías. Me ha gustado mucho tu relato, porque me he identificado en la voz del narrador. Y siempre me acuerdo del gran Horacio Quiroga, tan aficionado al pedal, que ni por su prostatitis, posterior cáncer de próstata abandonó. Un abrazo, J. Antonio. ¿La J. es de José o Juan?

carlos perrotti dijo...

Escribes provocando identificación. Objetivo logrado como autor, no?

Abrazo hasta vos.

María dijo...

jaja pues verás, para mi es le pádel, lo que para ti es la bicicleta, coincidimos en le tipo de cabezas que tenemos, la mía es como una palomitera que no para de producir pensamientos de todo tipo , concatenados unos a otro sin solución de continuidad, así que la forma maravillosa que he encontrado de frenarlos en seco es el pádel pero en mi caso no solo por el cansancio físico que tb, sobre todo porque como en le pádel juegas además de con las palas con las paredes debes leer la trayectoria de la bola anticipando siempre donde va a caer eso supone tener la mente ocupada en esa tarea y por eso no puedes pensar en nada más que en eso, es, como una especie de tenis pero en modo billar porque con las paredes preparas las carambolas, todo espura estrategia...y además evitan que te mates a correr como en le tenis, ponga el pádel en su vida, se la cambiará ;)

Me ha encantado tu pedaleo, espero que hayas descansado como un bebé.

Un abrazo!

J.P. Alexander dijo...

Uy pobrecito. Genial relato. Te mando un beso.

Gabiliante dijo...

Todo ese esfuerzo, se traducirá cuando pare el cansancio se convertirá en slgo parecido al extasiis. Totatal valdrá la pena. Igual asciende al cielo

Jose Casagrande dijo...

Esa necesidad de llegar hasta la ultima consecuencia, no solo se ve en el deporte o en una actividad fisica:

Puede courrir con un vicio: Neceitamos fumar todo el paquete de cigarrillos.....

luego necesitamos fumar un tabaco seguido de otro, hay que prender el nuevo con la colilla del ultimo....

lo hacemos para conocer si nuestros pulmones son fuertes o no.

Igual ocurre con las botellas de Bourbon o Vodka

Gla. dijo...

Y que bueno que es dormir...dormir y descansar la mente y el cuerpo.
Abrazos

unjubilado dijo...

Llevo mes y medio con rehabilitación respiratoria una hora, ya he terminado, de ella media hora aproximadamente, la fisio nos obligaba a pedalear, los primeros días empezamos con ejercicios suaves y solamente 10 minutos, nos ponía un fluxímetro en el dedo para comprobar el nivel de oxigenación en sangre, paulatinamente fuimos pedaleando más tiempo con "subidas" (mayor esfuerzo al pedalear) y bajadas, al final hemos terminado con 30 minutos, solamente una persona no fue capaz de seguir el ritmo y le dejaba que pedaleara sin aumentarle el esfuerzo, los demás, aunque en ocasiones sufríamos y estábamos viendo el tiempo y las Kcalorias gastadas terminamos con treinta minutos, todos habíamos sido fumadores empedernidos.
Saludos.
P.D. Totalmente verídico

lunaroja dijo...

Un relato desasosegante, ese vertiginoso pedalear,casi neurótico, para poder cansarse..
Tremendo relato José.
Te admiro.
Saludos

Beauséant dijo...

Quizás no lo hayas basado en tu experiencia, pero sí coincide con la mía... me gusta la bicicleta por la desconexión, porque te obliga a no pensar en nada más que en dar pedales y esquivar obstáculos.. y ese cansancio, ese bajarte con las piernas llenas de pequeños calambres y el pecho intentando volver a llenarse de aire... es, además, una estupenda metáfora de la vida, si dejas de pedalear, te caes ;)

Cabrónidas dijo...

Lo considero el verdadero deporte. El afán de superación sobre los propios límites físicos, y no sobre los ajenos.

Tatiana Aguilera dijo...

Tu escrito lo siento como una metáfora de vida. Ese pedaleo es como las vicisitudes del diario vivir. Las piernas que arden son las vivencias diarias y ese “un poco más, hasta el fin, ese que no deja de acercarse” es la cercanía del final de nuestros días.

Abrazos José

Beatriz dijo...

Parece pandemia de cansancio. Pero seguimos paso a paso, pedaleo a pedaleo, respiro a respiro, tecleo a tecleo...hasta el final.

Saludos

Fackel dijo...

El cansancio como alternativa a otras deficiencias, es algo experimentado. También conviene indagar en los tipos de cansancios, algunos son irreversibles y no dependen de correr en una bicicleta o pedestres. Saludo.

Doctor Krapp dijo...

El spinning está muy sobrevalorado, aunque entiendo el motivo.


Saludos

Etienne dijo...

De donde vengo no era posible la velocidad, caminos de tierra y piedra lo hacen difícil. Pero es posible hacer kilómetros y kilómetros con gran paisaje y mejor aire. No se te va a paralizar el corazón sino de la belleza llana de la pampa infinita; no te va a arañar los pulmones el aire puro de la llanura trigal.
Me lo contaron, yo ando en camioneta.
Gran texto!
Abrazo!

Anónimo dijo...

El deporte llevado al límite es lo que tiene, acabas reventado en una cuneta, pero sarna con gusto no pica.
Saludos de Chafardero

Laura dijo...

Eso de sufrir haciendo deporte no va conmigo. No me gusta y no me hace sentir bien. Pero esa sensación de pedalear y no llegar nunca a ningún sitio si que la he tenido (y tampoco me gusta).
En el fondo, no era de ciclismo de lo que estabas hablando, ¿verdad? 😉
Besos.

Laura dijo...

Eso de sufrir haciendo deporte no va conmigo. No me gusta y no me hace sentir bien. Pero esa sensación de pedalear y no llegar nunca a ningún sitio si que la he tenido (y tampoco me gusta).
En el fondo, no era de ciclismo de lo que estabas hablando, ¿verdad? 😉
Besos.

SÓLO EL AMOR ES REAL dijo...

Has escrito algo muy bello y muy real, en el deporte, en la vida, en el amor... es exactamente como lo has descrito...

Paz

Isaac

José A. García dijo...

Alfred: Siempre intentarlo un poco más.

Sergio Munari: Todo relato tiene tintes autobiográficos, aunque cuanto más escondidos estén mejor. No conocía esa parte de la biografía de Quiroga, gracias por traerla.

Carlos Perrotti: Quizá sea el objetivo o tal vez todo salió por casualidad.

María: Claro, todo deporte necesita concentración, porque a la menor distracción asecha el error, el fracaso o la caída.

J.P. Alexander: Gracias!

Gabilante: El cansancio siempre es la meta.

José Casagrande: Lo hacemos para conocer nuestros límites y, una vez que llegamos a ellos, intentar correrlos. Exacto.

Gla: Es tan bueno y necesario, pero tan difícil de lograr muchas veces…

Un Jubilado: Tuve que hacer una rehabilitación similar pero por otras cuestiones. Verídico, es cierto.

Luna Roja: Gracias. Conozco gente que lo hace (no, yo no soy uno de ellos, bueno sí, tal vez sea uno de ellos. Aunque quizá no hay un “ellos” y sea solo yo).

Beauséant: Es una gran metáfora sobre la vida, no tengo dudas de ellos.

Cabrónidas: Hay que superarse, para eso vivimos.

Tatiana Aguilera: Si la vida no arde no parece ser vivida.

Beatriz: Hay que seguir porque detenerse es un medio peor.

Fackel: Claro, hay cansancios y cansancios.

Dr. Krapp: También se puede pedalear en superficie plana.

Etienne: Se pueden disfrutar ambas cosas. Conozco gente que hace ciclismo a campo traviesa.

Chafardero: El que lo busca lo obtiene, claramente.

Laura: Cada uno elige con qué sufrir.

Solo el Amor es Real: Gracias.

Muchas gracias a tod@s por sus visitas y comentarios.

Nos leemos,
J.

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Como una metáfora existencial. Un abrazo. Carlos

Frodo dijo...

Sospecho la metáfora, pero si pregunto, usted me dejará la misma intriga que en el de "Alarmas"

Abrazo, herr