sábado, 10 de diciembre de 2022

Las flores siempre son ajenas

Compré la edición más cara que encontré de “Las flores del mal”, de Baudelaire, para dejarla sobre el escritorio de mi cubículo-oficina. Era una hermosa edición bilingüe, con finas filigranas de oro en los bordes de cada página, tapa dura, sobrecubierta laminada, brillante y llamativa y con el dibujo de, claro, unas flores, en la portada. Tenía la idea de que ese libro, estratégicamente colocado a plena vista, lograría romper el silencio del resto de los seres grises y abotargados que trabajaban allí dentro cuando pasaban, indiferentes, junto a mí. Ese era mi mayor anhelo, tal vez el único, el que alguien quebrara ese silencio inundado de ruidos de teclas presionadas infinitas veces, pasos ahogados por las alfombras demasiado mullidas, el extractor de aire haciendo su trabajo desde las alturas y los habituales gritos de dolor de las víctimas propiciatorias para el buen progreso de los negocios. Pero no resultó.
    Tendría que haberlo sabido, al menos podría haber intuido mi fracaso en este nuevo intento como en tantas otras cuestiones antes y después. Quise creer que esta vez sería diferente aunque nada me indicaba la existencia de dicha posibilidad. Quise creerlo para que el día se sintiera de otra manera. De haber revisado mis cálculos, de haber mirado con atención lo que me rodeaba, de haber estudiado un poco más el contexto, igualmente habría fracasado, pero no se sentiría como algo tan pesado, tan definitivo.
    Los versos de Baudelaire, oscuramente barrocos, románticos en exceso, difíciles de comprender, en los que intenté sumergirme varias veces en uno y otro idioma, en nada ayudaban a calmar esa ansiedad, esa desesperación que, sabiéndolo o sin saberlo, me gobernaba.
    El libro viajó desde mi cubículo-oficina a mi cubículo-habitación más de una vez. El señalador avanzó y retrocedió entre las primeras páginas del prólogo más de una vez. El resultado era siempre el mismo, me enfrentaba al fracaso día tras día.
    El último de los viajes del libro fue también el último de los míos. Dejé todo lo más ordenado posible en el cubículo-habitación siendo que todo era un desastre en el cubículo-oficina porque el trabajo nunca deja de acumularse. Me alejé, de todos, de todo, acompañado únicamente por las flores de Baudelaire confiando en que en algún lejano día lograría comprender algo, no todo, porque eso sería demasiado, y mi costumbre es conformarme con lo mínimo, por pequeño que esto sea.
    He de confesar que, algo típico en mí, no llegué demasiado lejos en mi intento.

25 comentarios:

José A. García dijo...

Lo que no queda claro es si se refería a su intento de lectura o al intento de escape.

Saludos,
J.

Gabiliante dijo...

De comprender, entendí yo. De escape sería horrible... volver, y remontar todo el papeleo acumulado en el cubículooficina. Me parece inabordable, incluso habiendo comprendido a Bau del aire.
Saludoss, J

Tatiana Aguilera dijo...

Me quedo con aquella frase "mi costumbre es conformarme con lo mínimo, por pequeño que esto sea.". Mira que has dado con unos de mis complejos o evasiones. A veces nos ajustamos a responder que por A o B situación no hacemos lo que tenemos que hacer y, nos conformamos con intentos...Del relato creo que aquello de llevar el libro y no avanzar lo siento como cuando leía a Ulises de Joyce y leía, y no comprendía y, volvía a leer y no lograba asimilar su forma de escribir.
Abrazos José

J.P. Alexander dijo...

Buen relato ese tedio y desolación por más que el libro te reconforte. No te ayuda a salir si no lo haces tu. Ademas parecía que tenia el libro para presumir y no lo entendía. Te mando un beso.

Mujer de Negro dijo...

Quizás con otro libro, uno que le llame y no, uno con cara a los demás. También los milimétricos pasos nos hacen avanzar, poco a poco y casi imperceptible, pero te mueves, así no tendrás la intención de escape, eso creo.

Un abrazo

unjubilado dijo...

Según iba leyendo pensaba que del cubículo de la oficina iba a desaparecer semejante ejemplar y no precisamente para leerlo el que se lo llevara, más bien para utilizarlo de adorno en su salón.
Saludos

Tot Barcelona dijo...

Un libro complejo que no siempre viene bien leer.
Si sirve de consuelo yo también intenté comprender algo del libro, porque leer si que lo leí, pero de ahí a sacar conclusiones fue una nulidad.
Ánimo, como dice el de la película: siempre nos quedará París.
salut

Beauséant dijo...

Nuestros mundos en realidad son pequeños, las huidas nunca llegan demasiado lejos y los libros terminan por huir de nuestro lado. Pero es el esfuerzo, el intento de escapar lo que al menos hace nuestras vidas un poco más dignas...

Cabrónidas dijo...

Hay libros propicios para leer en cualquier momento de la vida. Pero hay otros libros que requieren el momento adecuado, y no son para todas las vidas, sino solo para la vida de unos cuantos.

lunaroja dijo...

El gris monótono del ambiente del relato se quiebra de vez en cuando con algún pétalo de Baudelaire.
Como siempre no defraudas!
Saludos.

Juvenal Nunes dijo...

Talvez que a dificuldade na compreensão e interpretação da obra tenha que ver com a sua vertente simbolista.
Saudações poéticas.
Juvenal Nunes

Alfred dijo...

En el intento de comprenderlo,
está el mérito del autor.

Un abrazo.

gla. dijo...

Si...-por lo menos lo intentaste
Abrazos

Tinta en las olas dijo...

A veces se busca sobresalir, y ni uno mismo entiende los motivos de esa decisión. Un abrazo.

Guillermo Castillo dijo...

A ver, a ver... ¡Qué dilema!¿No será que toda comprensión es finalmente la revelación de una profunda incomprensión?
¿O será que el desencanto llega cuando en lo más alto se descubre el vacío?
En fin, un saludo.

Mista Vilteka dijo...

Si difícilmente lo logran las pinturas, de los libros, con su sola presencia, no espero mucho. Curiosamente, creo, en este caso las flores no llegaron ni siquiera a ser ajenas. Así pasa.
Abrazo!

Doctor Krapp dijo...

Es curioso, he leído tu texto al mismo tiempo que veía en la tele el tercer gol de Argentina a Croacia, otra de esas invenciones de Messi.
No sé si el efecto es semejante a tan tremendo evento pero creo que han encajado mejor que esa inutilidad de las Flores del Mal para tu narrador.
Luego he quitado la voz, me gusta el fútbol, me gusta Baudelaire y Messi, pero me cansa todo lo que les rodea.


Saludos

Beatriz dijo...

Hola José
Ya casi se acaba el 2022 y he querido pasar a desearte lo mejor para estas temporadas y buenos augurios para el siguiente número, que me parece una más de esas incomprensibles flores del mal.
Confieso que el libro tampoco me ha tocado más que la narrativa de Baudelaire. Y también está en el libro de obras completas que tengo del autor. Sin embargo, me parece algo religioso como poesía.

Saludos, muchos.

Anónimo dijo...

La lectura tambien puede ser un escape.

Besos.

Amapola Azzul.

lanochedemedianoche dijo...

Todo eso que leemos y logramos escuchar, nos anima siempre a dejar atrás escapar, para poder vivir en el presente.
Abrazo

gla. dijo...

Yo creo que por su necesidad de escape
Abrazos

José A. García dijo...

Gabilante: El trabajo acumulado es imposible de remontar si ayuda, no hay caso.

Tatiana Aguilera: Nos terminamos acostumbrando a tan poco que cuando ese poco falta ni siquiera nos damos cuenta, eso es lo más terrible.

J. P. Alexander: Pero para salir hay que esforzarse, y eso requiere de una decisión y una voluntad apropiada.

Mujer de Negro: La mirada de los otros siempre tiene poder sobre uno mismo, lo aprendí a la fuerza.

Un Jubilado: Conozco varias personas que hacen eso mismo, tienen libros como objeto de decoración y no por el contenido de sus páginas. Esos son los peores seres.

Tot Barcelona: Tampoco entendí mucho de los versos del autor, no hay por qué mentir…

Beauséant: El mundo es tan pequeño que cuando llegamos al punto más lejano ya comenzamos a regresar, lo queramos así o no.

Cabrónidas: Libros que requieren preparación y un estado mental específico. De otro modo fracasamos sin más.

Luna Roja: Romper ese gris es salir a algún otro lugar donde, tal vez, se encuentre la vida.

Juvenal Nunes: El problema siempre ha sido comprender a los otros, comprender su poesía es algo prácticamente imposible.

Alfred: No queda más que intentarlo una y otra vez.

Gla: Algo es algo, cierto.

Tinta en las Olas: Todos queremos esos 15 minutos de fama que alguna vez se nos prometió, aunque luego no sepamos qué hacer con ellos.

Guillermo Castillo: Comprende que no se comprende también es comprender, muy cierto.

Mista Vilteka: En este caso, las flores ni siquiera llegaron.

Dr. Krapp: Lo que nos rodea siempre acaba aturdiendo, no hay caso.

Julio David: ¡Plop!

Beatriz: Gracias por los saludos y el comentario.

Amapola Azzul: La lectura es siempre un escape. Al menos que sea lectura sociológica, ahí es una pérdida de tiempo…

La noche de medianoche: Ni siquiera los muertos dejan de intentar escapar.

Gla: Siempre hay que intentarlo, una vez más aunque sea.

Gracias a tod@s por sus comentarios.

Nos leemos,
J.

La utopía de Irma dijo...

Comprender algo en esta vida es comprender mucho en ciertas ocasiones. Bueno quien sabe.

Feliz Navidad.

Besines utópicos.-

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Creo que ciertos texto creemos comprenderlos, pero que bah, la mente nos juega pasadas. Un abrazo. carlos

Frodo dijo...

Uno de los versos que me quedó grabado para siempre es:

"De vino, de poesía o de virtud, de lo que queráis. Pero embriagaos".

Solo eso, nada que agregar
Abrazos, querido herr J