domingo, 29 de mayo de 2022

Besos en la frente

La luz, blanca, de led, brillante, le enceguecía, le obligaba a bajar la vista hacia las fotografías que no quería volver a ver. Tampoco podía cerrar los ojos, porque no resistía las descargas eléctricas que recibía cada vez que parpadeaba, mucho menos resistiría la descarga que recibiría si los mantenía cerrados el tiempo necesario para olvidar lo que veía.
    ―Estamos esperando ―una voz desde el otro lado de la luz le recordó que no estaba sola.
    ―Es que no sé qué más quiere que diga.
    ―Bien ―dijo la voz―. Repasemos los hechos. Una mujer, de mediana edad, de reúne con usted semana a semana durante unos cuarenta o cuarenta y cinco minutos contándole sus problemas. ¿Estamos de acuerdo con esto?
    ―Sí. Se lo podía decir así.
    ―Usted interpreta esos problemas por ella y le dice lo que tiene que hacer.
    ―No ―interrumpió la mujer―. No es así como funciona.
    ―Entonces dígame como es. ¿Qué se supone que hacen durante esos encuentros? ¿Cómo lo explicaría usted?
    ―Buscamos la forma en que sea ella quien encuentre la forma de solucionar o enfrentar su problema o lo que sea que en ese momento le haga sentirse mal, incómoda o fuera de sí.
    ―Esa explicación no tiene ningún sentido.
    ―Para nada ―intervino una segunda voz del otro lado de la luz.
    ―Es lo que hacemos en la consulta. Todas las personas tienen sus problemas. Para algunas de ellas no siempre es fácil hablar. Yo les proveo de un espacio confortable y seguro donde, si es lo que quieren, pueden hacerlo.
    ―Y luego les dice lo que tienen que hacer. Muy conveniente.
    ―Eso es interpretación, injerencia, inmiscuirse en lo ajeno. Lo cual la vuelve responsable ―una mano que parecía responder a esa voz áspera y autoritaria golpeó con el dedo índice sobre las fotografías. Bajó la cabeza y volvió a ver los cuerpos mutilados de los tres chicos, casi niños.
    ―No es así como funciona ―repitió sintiendo la leve descarga en respuesta a su parpadeo involuntario.
    ―Es lo que se desprende de su explicación.
    ―No, no lo es. Se escucha a la persona, se le hacen sugerencias a partir de las cuales ellas mismas deben pensar en cuáles son las soluciones para sus problemas, sus dilemas. Pero no se les dice qué deben hacer, no es lo que se espera de nosotros.
    ―¿Es su forma de negar la acusación? ¿Usted “no le dijo lo que tenía que hacer”? Porque tenemos una declaración en su contra que dice exactamente lo contrario ―a medida que hablaba, esa voz áspera y autoritaria se volvía todavía más áspera, más autoritaria, como si quiera ponerle fin a todo el asunto
    ―¿Cuánto tiempo llevaba reuniéndose semanalmente con esta mujer? ―preguntó la otra voz, un tanto más calmada.
    ―Los últimos ocho años.
    ―De seguro ha de haber tenido mucho para hablar en todo ese tiempo.
    ―No es así como funciona ―repitió una vez más, frase que se volvía poco a poco una letanía―. Es un proceso lento, complejo, delicado.
    ―Por sus respuestas, usted tampoco parece estar segura de cómo funciona. ―Cuéntenos ―dijo la segunda voz―. ¿Qué recuerda de su último encuentro?
    ―Luego de varias sesiones, llegamos a uno de los núcleos centrales de los problemas de la paciente.
    ―¿Sesiones? ¿Núcleos centrales? ¿Paciente? Nada de jergas ni jerigonza sin sentido. Queremos una declaración limpia.
    ―No es una jerga, es una terminología específica.
    ―Pues ahórreselos, porque son palabras que no significan nada.
    Rebuscando en su vocabulario intentó expresar lo que quería explicar sin todos los términos técnicos tras lo que habitualmente se escondía.
    ―Luego de varios encuentros, la mujer expresó una situación de su infancia que para ella representaba un conflicto. Algo que interfería con ella al momento de tomar decisiones.
    ―¿Cuál era ese conflicto?
    ―Durante su infancia ella tenía por costumbre darle besos en la frente a sus muñecas de juguetes antes de acostarse a dormir. Años después, al acceder a su unidad convivencional, recurría a algo similar con su descendencia menor y el individuo asignado para completar la unidad familiar.
    ―¿Qué significa esto?
    ―Que los besaba en la frente antes de dormir.
    ―¿Por qué sería un problema algo semejante?
    ― Lo era para la mujer. Tal vez para los demás no fuera nada, pero le generaba angustia ―se interrumpió al ver la mano de la voz áspera y autoritaria cerrarse en un puño―, esto le dificultaba la vida cotidiana ya que creía molestar a las personas con las que convivía.
    ―¿Llegaron a alguna solución?
    ―Como le dije antes, a eso tenía que llegar por sí sola. Yo no puedo darle una respuesta.
    ―¡Qué fue lo que le dijo que hiciera! ―la voz áspera y autoritaria golpeó con el puño sobre la mesa.
    ―No le dije que hiciera nada en particular, le sugerí que si esa situación le causaba algún problema lo mejor que podía hacer era hablarlo con su unidad convivencional. Pero esa fue sólo una de las opciones sobre la que se habló en nuestro último encuentro.
    ―¡Y así acabaron ellos!
    Más fotografías aparecieron sobre la mesa. Cuerpos mutilados, manchas de sangre, huesos quebrados, un cráneo aplastado con algo que no podía reconocer y lo que parecían ser marcas de dientes, no todas ellas en las zonas genitales.
    ―No comprendo qué fue lo que pasó ―dijo sobreponiéndose a las imágenes.
    ―En la grabación de seguridad ―dijo la segunda voz―, se ve el momento en que la mujer llega a su unidad convivencional luego del encuentro mantenido con usted. Realiza aquello que usted le sugirió y, ante las risas recibidas, reacciona de forma tal que es prácticamente imposible saber a qué miembro de la unidad corresponde cada trozo encontrado. Usted es responsable de la desarticulación de la unidad convivencional y el posterior suicidio de la mujer.
    ―Pero si yo no he hecho nada.
    ―Usted le ha dicho a la mujer que lo hiciera, lo que es prácticamente lo mismo. Usted preveía que algo semejante podría suceder, lo que es el fundamento de su sugerencia.
    ―¿Qué es lo que quiere decir?
    ―Que usted sabía muy bien cómo reaccionaría esta mujer ―respondí la voz áspera y autoritaria.
    ―No, no lo sabía. Es imposible saber algo como esto.
    ―Al contrario, lo es. Y usted lo sabe. Por eso se dedica a uno de esos fiascos que prometen cosas que nunca cumplen, antes que algo de verdadero valor, una labor sin fundamentación científica, cargada de palabras vacías de sentido que utilizadas de la manera adecuada es sabido que pueden manipular a las personas un tanto débiles o fuera de su estado basal.
    ―La psicología es una ciencia.
    ―Sí, claro, al igual que la astrología, la alquimia, el couching ontológico, las neurociencias, la quiromancia, la patafísica, en nesialismo, el tarot, la sociología, la estadística.
    ―Y tantas otras pseudodisciplinas que pretendían resolver los problemas de la sociedad.
    ―Problemas que ellas mismas habían creado, para tener algo de lo que ocuparse, claro ―dijo la segunda voz.
    ―Claro ―concluyó la voz áspera y autoritaria.

19 comentarios:

José A. García dijo...

Un poco más extenso de lo habitual, pero así salió.
Debe ser porque las cosas no siempre son lo que prometen o parecen ser.

Saludos,
J.

J.P. Alexander dijo...

Me encanto, genial relato. Te mando un beso.

Cabrónidas dijo...

Querían un cabeza de turco. Se da, y se ha dado, más de lo que nos pensamos.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Buscaban a alguien a quien culpar, ya que la asesina se suicidó y no podrán condenarla. Y no aceptaran razones.
Y parece una distopía en que la presunción de inocencia, como la idea de razonar, los matices, se abolieron.
Bien contado.

Gra dijo...

Creo que la mujer sabia lo que estaba haciendo, manipulo psicologicamente a la asesina y sabia el punto debil y como reaccionaria, ya que ella le confio su trauma de niña. Siempre estas masacres familiares tienen un mensaje sectario.
Excelente relato Jose 😊

Gra dijo...

Espero que se haya publicado mi comentario 😯

Beauséant dijo...

Así no es como funciona, pero sí, a veces hacemos que funcione así... muchas veces queremos instrucciones sencillas para problemas complejos y aceptamos el primer salvador que nos ponga una pastilla bajo la lengua o una buena excusa...

Beauséant dijo...

He visto una pequeña errata, la mujer llaga , por si quieres arreglarlo ;)

puedes borrar el comentario

Enca Gálvez dijo...

Un relato que bien podría ser el comienzo de una novela, anímate y sigues escribiendo ya tienes el principio de un capítulo!
Un abrazo

Beatriz dijo...

Me deja fría esta narración. Ya de por sí, he huído a la terapia por lo que va de mi vida, más que nada por el escozor de desnudarse (verbalmente) frente a un desconocido. He preferido desnudarme frente a todos al escribir, quizá surja el mismo efecto de la terapia.

Muy buen relato, Saludos José

ოᕱᏒᎥꂅ dijo...

Parece el inicio de una maravillosa novela negra

Tinta en las olas dijo...

A veces buscamos soluciones que se convierten en pesadillas. Un abrazo.

Doctor Krapp dijo...

Obús de fondo contra la psicología, el psicoanálisis y todo esa parafernalia verbalizar que lleva 150 años dominando nuestras emociones. No soy antifreudiano, era un filósofo no un científico, lo peor don los chapuceros de sus seguidores y su caradura.
Saludos

gla. dijo...

Buenas...
Creo podría ser una buena historia, sigue hasta donde te lleve
Abrazos

Manuela Fernández dijo...

Tu relato me lleva al reconocido "poder de la palabra". Como se suele decir: la palabra es el arma más peligrosa que hay porque es la única que no deja huella.
SAludos.

Mista Vilteka dijo...

Es culpable de creer que hay una solución que el individuo puede encontrar. Quizás nunca hubo un problema y ahí está el problema. Tener que inventarse uno para luego solucionarlo y así justificar el oficio. Las preguntas son la prueba que las respuestas llegan tarde.

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Creo que desvela el mundo del Gran hermano. Un abrazo. Carlos

Frodo dijo...

Coaching ontológico jajajajajajaja

José A. García dijo...

J. P. Alexander: Gracias. Al ser tan extenso no sabía si alguien lo leería.

Cabrónidas: Exacto, la cadena siempre se rompe en el eslabón más débil, dicen.

Demiurgo: Todos somos culpables hasta demostrar lo contario. Es la cultura de la cancelación en su máxima expresión. Y ni siquiera así quedamos libres.

Gra: También lo creo así, lo que no se esperaba era la acción de la policía. Eso nadie se lo espera, nunca.

Beauséant: Así no es pero así es. O algo así. ¿Qué tengo que hacer ahora? Gracias por señalar al errata.

Enca Gálvez: Voy a tener en cuenta la sugerencia. Hace tiempo que no escribo nada tan extenso.

Beatriz: Por mi parte no tiene sentido, mucha gente dice que le ha ayudado, yo no entiendo por qué, ni tampoco a qué. Pero bueno, cada loco con su tema.

Marie: Voy a pensarlo, gracias.

Tinta en las olas: Y esas pesadillas se parecen tanto a la realidad que asustan.

Dr. Krapp: Sin dudas, lo peor son sus seguidores que no entendiendo los planteos originales y entonces dicen cualquier cosa. Al estilo Lacan.

Gla: Sin dudas, es algo que tendré en cuenta, ya que varios comentarios sugieren lo mismo.

Manuela Fernández: Y para quien sabe usarla no necesita nada más.

Mista Vilteka: Quizá crearon el problema para tener de lo que hablar. Es probable que haya sido eso.

Carlos Augusto: El mundo al que poco a poco nos están llevando, y de la mano.

Frodo: No te rías, que existe de verdad. Lamentablemente. Aunque más lamentable es la gente que cree en eso.

Gracias por las visitas y comentarios.

Nos leemos,
J.