domingo, 22 de mayo de 2022

Tu mano sobre la mía

Dejé de hacer muchas cosas desde antes de ese día, porque no tenían sentido, porque no tenía fuerzas, porque no valía la pena, porque sólo porque. Y así se fue quedando todo. Las goteras del techo, esas que siempre quisimos arreglar, siguen allí. Creo que un poco más grandes, o tal vez sea que ahora llueve con más fuerza, no lo sé. Ahora que lo que les daba importancia ya no está allí, no me preocupan esos detalles.
    La casa se vino abajo poco a poco. Esto es una metáfora de lo que quedó de mi vida después de eso, pero también es la realidad. El jardín perdió su forma, el césped y las plantas crecieron sin control, las hojas de tantos otoños se pudrieron unas sobre otras. Algún ocasional pájaro aparece de vez en cuando, pero sólo para recordar lo que era antes. Es aún peor cuando llega la primavera.
    El interior, siempre frío, húmedo y silencioso, siguió de esa forma porque ya no tenía las risas, miradas cómplices, caricias y algunas de las otras cosas, para compensarlo. Podría decir que el tiempo se detuvo, pero no para todo por igual. Algunas cosas se arruinaron mucho más rápido que otras. Es lo que debe de haber pasado con el teléfono que pronto dejó de sonar. Sólo el silencio se quedó y creció en el vacío, en la nada.
    Fui dándome cuenta que las cosas a las que otorgaba valor en realidad no lo tienen, nunca lo han tenido, si no pensamos en ellas. No hay nada que realmente importante que no termine volviéndose una pila de papel amarillento, fotos de personas que nadie conoce, títulos que alardean conocimientos inútiles, fama que no nos libera de los dolores ni de la muerte. Si nada tiene valor, todo me era intrascendente.
    Estaba solo antes; luego estuviste tú, conmigo, un breve tiempo; luego volví a quedarme sólo. Donde hubo color quedaron los tonos sepias; donde hubo sabor, quedó sólo su recuerdo; donde hubo risas, persisten ecos cada vez más lejanos, cada vez más lejanos, más lejanos.
    Me acerco a la nada convencido de que allí estaré mejor, aunque no tengo el valor suficiente para intentarlo. Puedo hablar sobre ello y pensar que sería la mejor, si es que no la única, opción. Pero al momento de ponerlo en práctica, algo me detiene. Compré la soga, pero nunca la até a ninguna de las vigas del techo, quedó sobre ese montón de cosas inútiles que no deja de crecer en aquel rincón de la sala.
    Sin el valor para intentarlo me queda un vacío, un gran vacío, una nada atroz que está allí, raspándome, ardiendo, como un trozo de carbón sobre la piel que no busca calentarla, sino quemarla. Que no busca darle calor, sino dolor.
    El que ahora sienta tu mano otra vez sobre la mía, entrelazando mis dedos, apretándolos como solías hacerlo, en nada ayuda. Al contrario, lo vuelve todo peor al revivir el dolor, la angustia y la desesperación. Siento tu mano y recuerdo todo lo que pasó. Miro y allí no hay nada más que mi mano solitaria. El que ahora sienta tu mano sobre la mía, me dice que en verdad el tiempo pasó y que ya no volverá a suceder, que ya todo tuvo lugar, que ya pasó.
    El que ahora sienta arder mis ojos me dice que todavía quedan algunas lágrimas y que el tiempo que pasó no fue el suficiente. Porque el tiempo nunca es suficiente.
    A pesar de todo, tal vez esta tarde sí. Tal vez esta tarde me decida. Tal vez esta tarde ate la cuerda a esa viga del techo. Tal vez esta vez sí tenga el valor para dejarme ir, mirando hacia la puerta, esperando, hasta el último instante, tu regreso.

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En el N° 75 de la revista digital El Narratorio, se ha publicado el cuento: Toda esa niebla

Pueden pasar a leerlo cuando gusten.

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23 comentarios:

José A. García dijo...

Al parecer, algunas cosas es preferible no sentirlas nunca...

Saludos,
J.

J.P. Alexander dijo...

Inquietante y profundo relato a veces uno desea la muerte y es muy duro aceptarlo y desearla en especial cuando se siente solo y cansado. Te mando un beso

Tot Barcelona dijo...

Porque el tiempo nunca es suficiente..."
Seguramente es así, pero no es menos cierto que es el tiempo el que todo lo borra, y que cuando trascurra el que ha de trascurrir lo que pasó será o pasto del olvido o una anécdota más en nuestra vida.
Salut

Jose Casagrande dijo...

Algo triste en las decisiones del personaje, ciertamente los objetos toca cuidarlos para mantenerlos con valor,
si no se atienden van volviendo cosas sin importancia. Que habra pasado antes?

Gra dijo...

Creo que ante la ausencia de un ser querido, que mejor que recordar esos lindos momentos compartidos y revivirlos en cada recuerdo. Es una forma de manternerlos vivos. Como dijo una abuelita "Coco" de Disney
" Solo se muere,
cuando se olvida
Y yo nunca te olvido"
Hermosa pelicula 😊
Y tomar esa ultima desicion hay que estar en una situacion desesperante para suicidarse.
El texto es magnifico Jose, historias que pasan y forman parte de la vida. Hay que saber afrontarlos.
Besos y buena semana 😊


Doctor Krapp dijo...

Has llegado con pocas frases brillantes, casi hasta la última verdad que no queremos que permanezca a la vista porque es demasiado intolerable para soportarlo.

Cabrónidas dijo...

Acabar; una solución permanente a un problema ¿pasajero?

lunaroja dijo...

Por algunos momentos me recordaste a Cortázar.
Este inquietante monólogo casi...Póstumo?
Me encantó.
Un abrazo.

Beauséant dijo...

Lo he puesto en otro sitio, pero creo que la vida es eso, ir perdiendo cosas, una tras otra, hasta que ya no te queda nada que perder. Un lento proceso de derribo en el que esperas que llegué lo inevitable ... o lo provoquemos...

Beauséant dijo...

Lo he puesto en otro sitio, pero creo que la vida es eso, ir perdiendo cosas, una tras otra, hasta que ya no te queda nada que perder. Un lento proceso de derribo en el que esperas que llegué lo inevitable ... o lo provoquemos...

Manuela Fernández dijo...

Un relato tremendo, un relato que traspasa la pantalla y nos encoge el alma. Al comienzo creí que se trataba de alguien que estaba muerto, realmente no me equivoqué, alguien vacío, muerto. Terrible y magistral.
SAludos.

Amapola Azzul dijo...

Me impactó el relato.
Un abrazo.

Tinta en las olas dijo...

El tiempo es un mal aliado para el que sufre. Un relato que sobrecoge, a veces la realidad es así. Un abrazo.

Mista Vilteka dijo...

Cuando me vaya, que me lleve lo que al olvidar no olvido. Pero si me voy, que me olviden como al olvidar, olvido.

Demian dijo...

A veces creo que el lugar donde vivimos es en parte nuestro reflejo iterior. Tambien no se si es mejor que regrese o no. Lo importante es que vos regreses. Que te encuentres entero y a salvo. Despues de todo, lo mejor es abrazarse y sanar heridas. Buena entrada Jose de verdad

gla. dijo...

A mi, me da miedo la nada, me asusta y me detiene
Hermoso tu texto
Abrazos

Menta dijo...

POr casualdad en tu casa,tu relato golpea mi sensibilidad,las perdidas rompen todo,sin embargo hasta del pozo mas profundo podemos volver,una y otra vez.BUENtexto.Felicitaciónes!!

DULCINEA DEL ATLANTICO dijo...

Que situación tan triste narra tu protagonista, ese final es tremendo.
Bien contado y con un fondo que duele.
Saludos JA
Puri

lanochedemedianoche dijo...

Hola amigo, presiento muchas cosas, otras son pálidos recuerdos, este relato tiene sus razones. Creo de verdad que hay muchas sintonía con este gran escrito tuyo, el tiempo y la vida se unen en un atardecer cautivante, luego la noche palidece y todo es nada.
Abrazo

Beatriz dijo...

OMG! José,
Despertaste los demonios del suicidio, siempre latentes por mi parte o la de otros. ¿Por qué será que produce tanto miedo pensar y hablar de eso?
Espero que en verdad no ates la cuerda a ninguna viga, a ninguna solidez y que quede por allí en la arrumbe de los días, sin memoria, sin nada de ti.

Saludos,

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Basta la falta de una caricia, y todo se desmorona, se vuelve vacío. Un abrazo. Carlos

Frodo dijo...

Hermoso, metáfora de alto vuelo
Abrazos herr

José A. García dijo...

José: Mucha gente estaría en desacuerdo con eso. Pero muchas más te darían la mano.

J.P. Alexander: Nos inculcaron durante tanto tiempo el miedo a la muerte que no sabemos cómo enfrentarnos a ella.

Tot Barcelona: El tiempo todo lo borra, principalmente el recuerdo de los que ya no están.

José Casagrande: Si lo que nos rodea ya no tiene valor, ¿qué valor tenemos nosotros mismos?

Gra: No vi esa película, me la han recomendado, pero la esquivé. Tendré que verla, algún día.

Dr. Krapp: Gracias. No sabía que era capaz de lograr algo semejante. Gracias.

Cabrónidas: Pero si se acaba todo deja de ser pasajero. ¿O no?

Luna Roja: Cortázar con palabras mayores, no creo estar cerca de algo semejante. Pero, claramente, gracias.

Beauséant: Cuando ya no queda nada para perder, tampoco queda nada por lo que quedarse. Al menos es lo que suele parecer.

Manuela Fernández: No, no hubo error en tu interpretación original. Gracias.

Amapola Azzul: Muchas gracias.

Tinta en las olas: Y no sólo el tiempo es un mal aliado.

Mista Vilteka: Excelente frase. Para usarla de epitafio. O tatuaje en el brazo y leerla todos los días.

Demian: Muy cierto, por eso los lugares se ven y se sienten diferente cuando estamos alegres que cuando no lo estamos.

Gla: A muchos le pasa así, debe ser algo natural del ser humano.

Menta: No puedo ver tu perfil, así que no puedo devolverte la visita. Gracias por pasar y comentar.

Dulcinea del Atlántico: Ese final era el único final posible que el protagonista veía para sí mismo. No podía ser de otro modo.

La noche de Medianoche: ¿Qué hacemos cuando el atardecer nunca termina y la noche no parece querer llegar? Adelantamos el reloj, no queda otra opción.

Beatriz: Se le teme tanto porque nos metieron en la cabeza la idea de pecado, de destruir la obra de algún dios indefinido y que eso es lo peor que puede hacerse. Además, existe el miedo al contagio, a que muchos hagan lo que ven hacer a otro. Cosa que es probable, pero dudo que sea aplicable al día de hoy.

Carlos Augusto: Todo se vuelve caos, sin dudas.

Frodo: ¿Lo decís porque el personaje quedó colgado?

Gracias a tod@s por sus visitas y comentarios.

Nos leemos,
J.