domingo, 5 de diciembre de 2021

Líneas de vida

Llevaba tanto tiempo escondido en ese lugar que era mejor no pensar en la sucesión de soles que allí viera pasar; desde aquel lejano primer día apenas se alejaba del refugio, una de las tantas aberturas entre las rocas de la solitaria montaña, para buscar las pocas raíces comestibles de las plantas y matorrales secos y tal vez encontrarse con alguna ocasional sorpresa de sangre y carne que le regalara la naturaleza. Un pequeño manantial dentro del refugio le permitía no tener que preocuparse por el agua, por eso es que no quería alejarse; aunque ciertamente varias lunas antes de la estación de las lluvias el agua del manantial mermaba peligrosamente manando más y más turbia y cargada de mal olor. La mayor parte del día y de la noche sentía frío y hambre sin poder hacer mucho para remediarlo más que una pequeña fogata a la que no se atrevía alimentar demasiado para que no se descubriera su reflejo a la distancia.
    Cada madrugada lavaba su rosto con el agua helada del manantial y salía del refugio para contemplar la despedida de las últimas estrellas y la bienvenida del sol al romper el alba. Murmuraba las palabras de alabanza para uno y para las otras antes de regresar al refugio. Allí tomaba un trozo de madera de la fogata apagada y con la media luz del amanecer pintaba sobre las rocas del refugio uniendo líneas y formas que seguían los patrones que viera en su sueño.
    En una de esas pinturas un animal que sólo conocía a través de antiguos relatos, más grande que un hombre, de color rojizo u ocre, porque ya no le quedaba amarillo para continuar pintando, con unos cuernos largos y puntiagudos, era capturado por un animal mucho más grande que lo tomaba del lomo con sus fuertes garras, desgarrando la piel y la carne levantándolo con sus alas negras, oscuras como la noche, para llevarlo a algún lugar que en su sueño aún no se revelaba. Esta escena se hallaba junto a otra similar donde una criatura con idénticas y pesadas alas negras ataca a varios hombres cerca de lo que parecería ser un río. Un poco más allá, en otra de las rocas, uno de esos animales con larga y poderosa trompa y largos y afilados colmillos era también atacado y en parte devorado por la bestia de las alas negras. La voracidad de la bestia alada no parecía conocer límites más allá de lo que él era capaz de pintar en las rocas; no tenía igual que lo enfrentara, pues los animales más grandes, con o sin cuernos y colmillos, y los hombres desarmados o armados con sus lanzas, eran apenas molestias para sus garras.
    Cada piedra en las paredes del refugio contenía una imagen similar, con más o menos colores, con más o menos detalles, con más o menos muerte. La criatura alada y sin nombre se presentaba noche tras noche en sus sueños, y él, allí, oculto en su refugio, para no olvidar lo que veía, lo pintaba sobre las piedras. Así lo había hecho de sol a sol, de lluvia en lluvia, de frío en frío, sin saber por qué lo hacía, haciéndolo sin más; pintaba hasta que caía agotado por el esfuerzo, por el hambre, esperando el próximo sueño.
    Así fue como, al igual que cada madrugada lavó su rosto con el agua helada del manantial y salió del refugio para contemplar la despedida de las últimas estrellas y la bienvenida del sol al romper el alba. Al levantar ambas manos para comenzar a murmurar sus palabras de alabanza una lanza de madera de tejo lo atravesó de lado a lado por la espalda, a la altura de los omóplatos, hundiéndose verticalmente a través de su cuerpo hasta alcanzar su corazón.
    Un pequeño grupo de hombres, no serían más de seis con los cuerpos magullados, ropas desgarradas y heridas que apenas comenzaban a cicatrizar, surgió de entre las sombras. El más cercano se acercó y pateó el cuerpo del caído para asegurarse de su muerte mientras otros ingresaban al refugio con antorchas recién encendidas. Allí dentro, con gestos, exclamaciones de sorpresa y dolor, quejidos y rugidos, se horrorizaron por las líneas de vida que veían pintadas en cada roca.
    Intentaron borrar lo mejor posible esas horrendas pinturas con el agua del manantial, pero poco fue lo que lograrlo. Cuando el sol alcanzaba su cenit llevaron el cuerpo del muerto al interior del refugio aún con la lanza atravesándolo, lo clavaron a las piedras del suelo y lo rodearon de zarzas y matorrales secos de las cercanías antes de prenderlo fuego. Mientras las llamas crepitaban y comenzaba a sentirse el hedor de la carne quemada amontonaron piedras grandes y pequeñas delante de la abertura del refugio. Cada vez que el fuego parecía agotarse arrojaban más ramas sobre él, junto con todo lo que se encontrara en las cercanías que pudiera arder arrojaron también las antorchas que ya no creían necesitar. Taparon la abertura y continuaron empujando rocas sobre las que antes colocaran, como si quisieran asegurarse de que nada pudiera salir de allí, ni tampoco nada intentara volver a entrar.
    El atardecer llegaba a su fin cuando dieron por terminada la tarea. Nadie, ni siquiera ellos, podía decir dónde se encontraba el refugio. No quedaban rastros más allá de las rocas removidas y las plantas arrancadas y arrojadas a los costados que también colocaron sobre las rocas. Satisfechos y agotados comenzaron el descenso, reían de cuando en cuando con la seguridad de que esa noche, y todas las noches por venir, las pesadas alas negras de la siniestra criatura sin nombre dejarían, por fin, de amenazar sus sueños.


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En el N° 23 de la Revista Tren Insomne se ha publicado el cuento Hacia el siguiente universo.

Pueden pasar a leerlo cuando gusten.

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17 comentarios:

José A. García dijo...

El arte y los artistas incomprendidos han existido siempre...

Saludos,
J.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Podrían equivocarse.
Hay pesadillas persistentes.
Bien contado. Saludos.

Totbarcelona dijo...

Uno siempre puede errar, pero no hay nada más terrible que la repetición de un sueño.

Esperemos que el artista acabe su obra y sea comprendido por sus congéneres. De todas formas nadie es profeta en su tierra.

Jose Casagrande dijo...

Muchas realidades se manifiestan en ese plano onirco tan misterioso

Puede ser que en un inicio esos dibujos tenian significados magicos,
no artisticos, sino creados para capturar algun espiritu.

Hicieron bien en darle muerte a este "puente" ,
sin embargo la creatura no fue vencida, solo fue vencido el medium.

Gra dijo...

Hola Jose, admiro el poder de tu imaginacion, como construis esta historia a partir de ese mural tan conocido, me gusto cada parte de la narracion desde la supervivencia, pasando por esos monstruos alados oscuros, que visualizaba en sus sueños y dejaba estampado en las paredes de la cueva. Y el final creo que el terror que sentia y no lo dejaba salir de la cueva, no era al mosntruo de sus sueños, sino al propio hombre que no respeta la vida humana.

Ese viaje "Hacia el siguiente Universo" como me hicistes reir, en la forma que describis la llegada de las bandejas del catering del evento jajajja, por esa justa razon en las entregas del Martin Fierro ya no existen los catering, una por las quejas y otra creo por protocolo ;). Me gusto la retirada inadvertida , y esa frase que siempre habia esperado escuchar el taxista, que se asemeja a ese "Siga a ese auto" jajjaja. Muy bueno ese viaje astrologico solo que este personaje tenia necesidades terricolas que concretar...... un relato que podria ser un efecto del excesivo consumo del seudo Chapagne.
Excelente los dos relatos, la pase genial!!
Un beso enorme para vos!!

lunaroja dijo...

Un relato que encierra leyenda, mitos,historia antigua, rituales ancestrales y sobre todo ello el miedo.
Todo lo desconocido da miedo.
Esos tributos al mal para que puedan estar en paz.
Brutal.
Muy muy bueno.
Saludos!

Amapola Azzul dijo...

Muy conseguido el relato, me gustó mucho.

Besos.

mariarosa dijo...

Que buena historia, tienes una forma de narrar que no permite que salgamos de ella ni para mirar la hora.
Felicitaciones.

Luiz Gomes dijo...

Parabéns pelo seu excelente trabalho meu querido amigo.

eli mendez dijo...

Un gran relato, sin dudas!
P?erfectamente hilvanado y con varios posibles significados segun desde que optica lo pretendamos analizar..
Definitivamente creo que mas de una vez asusta lo que el hombre puede llevar en su interior, y que eso mismo es lo que origina nuestras pesadillas y miedos...no todo es externo..lo peor, está dentro..
Felicitaciones por este relato!!Me ha gustado muchisimo y como siempre , sorprendes!
Un abrazo José y feliz noche

Doctor Krapp dijo...

Me gusta el aroma legendario que despiden tus relatos, sin nunca perder el ritmo y la posición, pero construidos de tal manera que siempre hay espacio para la sorpresa final. Un texto soberbio que nos retrae a un tiempo en que la supervivencia era el único valor.

Saludos

Ana Manotas Cascos dijo...

Un gran relato y muy bien escrito. Un abrazo.

Beauséant dijo...

La envidia, los celos y, sobre todo, la incomprensión son los verdaderos motores del mundo... lo que no tengo claro es que lo muevan en la dirección correcta..

Un gran escrito...

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Cuánto de onírico y arte rupestre. UN abrazo. Carlos

Dyhego dijo...

Parece que matar al artista siempre ha sido un deporte de dictadores.
Salu2.

Frodo dijo...

La historia de la humanidad: borrar, tapar, deshacer, olvidar.
Por suerte están las pesadillas para recordarnos algunos viejos temores. Al menos eso me dijo el dr. Freudo.

Abrazos, Herr

José A. García dijo...

José: Y lo seguirán haciendo, no tengo dudas de eso.

Demiurgo: H. P. Lovecraft sí que sabía del tema.

Tot Barcelona: Equivocarse es humano, dicen. ¿O no es así?

José Casagrande: Siempre hay que matar al mensajero, eso lo sabe cualquiera.

Gra: Gracias por tus comentarios sobre ambos textos. La verdad no sabía que en los Martín Fierro ya no había catering, tampoco sabía que lo había. Es más, la última vez que vi una entrega de esos premios creo que fue en 1998 y poco más… Las presentaciones de libros, por otro lado, se han vuelto demasiado… Y mejor no decir nada más para que sigan invitándome.

Luna Roja: Todo eso y más. ¿Qué es lo mejor? Que es gratis, digamos.

Amapola Azzul: Gracias!

María Rosa: Gracias por el comentario.

Luiz Gomes: Gracias por tu visita, Luiz.

Eli Mendez: Lo que guardamos en nuestro interior, lo que no mostramos, siempre será nuestra parte más perturbadora y temible.

Dr. Krapp: Las leyendas tienen ese don. No digo que yo lo sea, ni que lo sea este texto, sino que es el efecto buscado. Gracias.

Ana Manotas: Gracias por el comentario.

Beauséant: Si alguna vez llegáramos a describir qué nos mueve en la dirección correcta, seríamos indetenibles. Mientras tanto seguimos matándonos entre nosotros…

Carlos Augusto: La mezcla ideal.

Dyhego: Lamentablemente lo seguirá siendo.

Frodo: Las pesadillas persistirán, no hay dudas.

Gracias a tod@s por sus visitas y comentarios.

Nos leemos,
J.