domingo, 8 de agosto de 2021

Cobardes

Siempre que se lo escuchaba hablar en público terminaba su arenga con la misma frase, para que la recordáramos siempre:
    ―Sólo los cobardes sobreviven.
    Y cuando no lo decía exactamente así, repetía las mismas palabras con algunas variantes:
    ―Sólo sobreviven los cobardes.
    ―Sobreviven sólo los cobardes.
    ―Los cobardes sólo sobreviven.
    Con esas cuatro palabras llevaba años convenciéndonos de hacer las cosas más arriesgadas y casi imposibles ―otros dirían que atroces e inmorales― que propusiera para demostrar que no se era uno de esos cobardes que sólo sobrevivían, sino que sobrevivían porque habían dado lo mejor de sí y lo habían logrado.
    Me gustaría decir que desde un comienzo me sustraje de su influencia, es decir, que sus palabras no tenían ningún efecto sobre mí persona ―muy tarde descubrí que existían personas sobre las que su influjo era nulo―, pero, claro, como no podía ser de otro modo, no fue así. También caí, y no sólo una vez, en cumplir con algunas de sus extrañas propuestas creyendo en sus palabras, en sus historias, en las experiencias que relataba antes de indicarnos lo que debíamos hacer. Era parte del pelotón de sus seguidores que sin importar las heridas, las lastimaduras ni los problemas médicos que debiera enfrentar cumplían con sus pedidos. Él nos los pedía, nosotros respondíamos. Cada una de mis cicatrices así me lo recuerda.
    Hasta que llegó el día en que se produjo uno de esos momentos satori que nos marcan para el resto de nuestra existencia señalando al menos uno de nuestros errores; cuando nos damos cuenta que hemos vivido equivocados o engañados durante tanto tiempo que no se puede saber de quién es en verdad la culpa de ello. A partir de entonces no podemos seguir haciéndonos los desentendidos. A partir de entonces sus palabras fueron sólo eso, palabras, ya no órdenes que me obligaban a actuar, que me imponían una forma de ser y pensar.
    Acababa de realizar la tarea que aceptara como propia cuando sucedió. El machete colgaba de mi mano ensangrentada ―esa vez la sangre no era mía―, a mi alrededor no había otra cosa más que destrucción, desesperación y el llanto de las víctimas mal rematadas. Apenas recordaba cuál era el motivo para todo aquello, sólo sabía que no quería ser un cobarde. Pero mirando el cuadro que me rodeaba no era otra cosa que eso mismo: un cobarde.
    Lo fui cuando, luego de ver lo que había provocado influenciado por sus palabras, no me quité la vida con ese mismo machete que sostenía con mis manos, para que también mi sangre fluyera. Fui un cobarde porque había aceptado formar parte de todo ello y ya era tarde para cualquier otra cosa. Fui un cobarde cuando huí del lugar sin dejar de correr ni cuando mi calzado se redujo a jirones, ni cuando mis pies ardían y mis rodillas apenas podían sostenerme, ni cuando llegué a eso que otros llaman el mar y me dispuse a seguir corriendo hasta que el último recuerdo de lo que había hecho quedara tan atrás de mí que pudiera considerarlo parte del pasado de alguien más, como un mal sueño, como cualquier otra cosa.
    Pero sabía que aunque corriera por el resto de mi vida podría olvidar.

16 comentarios:

José A. García dijo...

El dolor de darse cuenta.

Saludos,
J.

mariarosa dijo...

"El dolor de darse cuenta..."

Al menos nunca es tarde para darse cuenta, lo dificil es olvidar.
Muy buen relato José.

Saludos.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Muy bien lo que lograste escribir, colega demiurgo.
Lo curioso que al cambiar el orden de las palabras, una vez se cambió el orde.
Que reacción extrema a esas frases.
La masacre con el machete puede ser una escena de cine, musicalizada con una canción de heavy metal.
Saludos.

gla. dijo...

A mi me toca muy cerca la cobardía
La cobardía de no querer ver
Me ha gustado tu relato

Abrazos

Guillermo Castillo dijo...

Negativa influencia. La cobardía de no entender que la conciencia es tan profunda y oscura como una ola surgida desde el profundo mar (mal).
Saludos dejo.

Anónimo dijo...

¡Hola! He leído esta entrada y también la anterior que posee un toque ingenioso. En ésta última mencionas a E. Hemingway, y me ha resultado delicioso porque deseaba reflejar que lo que opino del "Valor" -y por extensión de La Cobardía -es precisamente lo que escribió el autor de "Adiós a Las Armas" ..."Es Una Huida hacia delante" Además me complace porque es una apreciación del Coraje humilde, y a mi parecer más auténtica que la de los bravucones sin más, y válgame el oxímoron, ¡¡¡¡¡¡¡Soberbia!!!!!!!
Esta bitácora tuya es espartana y cargada de entretenimiento por los textos que se pueden disfrutar en ella.
¡ P o r t o v e n t o l e r a m e n t e ,
J u a n ! [¡¡¡¡¡¡¡Buen Agosto Tengas!!!!!!!]👍🌤🌳

Doctor Krapp dijo...

Esos gurús con su masa de zombie sedientos de unirse a una supuesta verdad y luego conscientes de ser solo la mano homicida de ideas ajenas.

Saludos

Ana Manotas Cascos dijo...

Que buen relato, eres un magnifico escritor. Un saludo.

Tinta en las olas dijo...

Un gran relato, existen cobardes que nacen y otros se hacen. El aceptarlo en sí ya es una valentía. Un saludo.

Contratar a Gonzalito de CQC dijo...

Hola!
Me ha gustado mucho el relato y el tema de la cobardía, me ha tocado por dentro.
Muchas gracias por compartirlo con nosotros.
Un abrazo

miquel zueras dijo...

No se puede ser un valiente sin antes haber sido un cobarde. Supongo que el valiente es el que sabe dominar su miedo.
Buen relato.
Saludos!
Borgo.

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

La conciencia nos castiga más que, cualquiera otra sentencia. Un abrazo. Carlos

Luiz Gomes dijo...

Boa tarde meu querido amigo. Obrigado pelo texto maravilhoso. Escreveu bravamente.

La utopía de Irma dijo...

Hay carreras que nunca terminan.

Abrazote utópico.-

eli mendez dijo...

El relato es estupendo.
Esto de las frases y la variabilidad de su significado según el orden de las palabras me recordó a un texto sobre las "comas".Creo que hay etapas en donde una enseñanza que se nos imparte o una frase nos puede quedar literalmente grabada el resto de nuestra vida, no quiere decir que la ejecutemos, pero digamos, que está ahi latente.
La cobardía es un tema delicado, profundo, una linea delgada puede separar en algunos casos cobardía de valentía. Alguien me decía de forma bromista"Soldado que huye sirve para otra guerra".Aquí habría que analizar los dos conceptos y los contextos.
Todo el texto esta muy bien llevado, pero el final es estremecedoramente real. Saludos

Frodo dijo...

Me gusta más la frase inversa: "de valientes está lleno el cementerio".

Abrazos