domingo, 18 de abril de 2021

Estrellas

—Las estrellas se ven extrañas esta noche —dijo pretendiendo sonar seguro de lo que decía, aunque esa noche en particular no lo estaban para nada.
    Recostado sobre la hierba apenas húmeda, sintió el cuerpo de su compañera sacudiéndose levemente, como quien duerme en una posición incómoda e intenta acomodarse, o quien se esfuerza para no reírse a carcajadas frente a alguien más.
    —Claro —susurró después.
    —Es en serio —replicó él—, se ven extrañas.
    —Tal vez sea la primera vez que las miras.
    —¿Cómo dices? —preguntó intentando separarse de su abrazo mientras levantaba apenas la cabeza.
    —Nada, no dije nada.
    —Sí, sí lo has hecho. Algo sobre las estrellas.
    —Ese fuiste tú —respondió su compañera.
    —Admites entonces que has dicho algo —continuó levantándose por completo—. Algo extraño.
    —Mira las estrellas —dijo su compañera—. No, a mí no, a las ellas —señaló con una de sus manos hacia las alturas—. ¿Qué ves?
    —Estrellas —respondió mirándolas—. Pero se ven extrañas esta noche. No sé por qué.
    —Tal vez sea que es la primera vez que las miras —dijo su compañera poniéndose de pie. También en ella había algo extraño, algo indefinible que no estaba del todo bien, que no concordaba con lo que debía ser, pero no era capaz de decir qué era eso.
    —Lo has vuelto a hacer, repites las mismas palabras.
    —Pero si no he dicho nada.
    —Sí, sí lo hiciste. Estás extrañas esta noche, tanto como las estrellas.
    —Tal vez sea porque es la primera vez que me miras —dijo sonriendo.
    —¡Deja de repetir eso!
    Comenzó a alejarse sin dejar de mirarla, luego se giró y corrió por el camino en la dirección en la que habían dejado el vehículo; el picnic nocturno no había sido una buena idea después de todo. Desde el comienzo nada lo había sido. Pesaba sobre sus actos la sensación de hundirse cada vez más en el error.
    Al costado del camino encontró un vehículo, pero no estaba seguro de que fuera el suyo. Le parecía que era la primera vez que lo veía ya que no concordaba con el recuerdo de su vehículo.
    Una serie de pasos, como si quien lo siguiera tuviera más de dos piernas, muchas más, se escucharon a su espalda. Tuvo miedo de volverse, un miedo cerval que no podía explicarse sólo con palabras.
    —Hay algo extraño en el coche. Y no digas que tal vez sea la primera vez que lo veo.
    —Sabes que tal vez sea así —dijo la que se parecía levemente a la voz de su compañera.
    Una sombra se proyectó brevemente sobre él y la superficie del vehículo antes de desaparecer, una sombra demasiado grande, que no se parecía en nada a la sombra que debería tener su compañera.
    —Todo es extraño. No fue así como sucedió —dijo sofocando un sollozo—. Cambiaron las cosas.
    —Existe una explicación para eso, es…
    —¡Silencio! Si quisiera una explicación la buscaría. Pero no es eso lo que quiero, no ahora.
    Le temblaban las piernas y las manos, que guardó en los bolsillos del pantalón para que no se notara. Respiró varias veces, respiraciones largas, profundad, prolongadas, necesarias para calmarse y pensar más claramente, aunque el aire tenía un sabor metálico que le picaba en la nariz y que había estado allí desde un principio por más que intentara negarlo. La cercana presencia de quien debía ser su compañera, que se suponía se encontraba allí para reconfortarlo, lo ponía más nervioso aún.
    —Algo va mal —dijo—. Tendría que ser mi recuerdo, pero al mismo tiempo no lo es. Por eso las estrellas, el pasto, los árboles y lo demás resultan extraños. Estoy en la memoria de alguien más, soy el recuerdo de otro.
    El tenso silencio que siguió a su última palabra era la confirmación que necesitaba.
    Sollozó un par de veces y se dejó caer de rodillas.
    Una mano con demasiados dedos se apoyó sobre su espalda.
    —¿Reiniciamos? —dijo una voz que tal vez podría ser la de su compañera pero al mismo tiempo podía no serlo.
    —Por favor —respondió.
    Parpadeó.
    Miraba las estrellas tendido en el pasto rugoso y húmedo por los restos del rocío, el diminuto cuerpo de su compañera, abrazada junto a él, con su cercanía y su calor, lo hizo sentir tranquilo y cómodo a pesar de la molestia general de su cuerpo. Se abrazó aún más a ella, volvió a mirar las estrellas y no pudo evitar decir:
    —Las estrellas se ven extrañas esta noche. ¿No te parece?

18 comentarios:

José A. García dijo...

Y volvemos a empezar... Una vez más.

Saludos,

J.

Jose Casagrande dijo...

Es una historia bastante inquietante, el caballero esta en esas situaciones tipo "purgatorio", quizas requiera una buena cantidad de repeticiones hasta que al fin comience a ver todo con familiaridad. Bueno es mi impresion que me ha dejado este excelente relato

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Ahora entiendo tu comentario en una de mis entradas, sobre que el Día de la declaración de la autonomía de las personas virtuales, debería ser feriado mundial. Y es que nada garantiza no serlo.
Es algo que le pasó al personaje, que notó que algo extraño pasaba. Aunque tal vez no conserve el recuerdo de ese descubrimiento.
Es inquietante.
Saludos.

Amapola Azzul dijo...

Es como un ciclo.
Pero me gustó el relato.

Un abrazo.

Frodo dijo...

Me siento identificado con el caballero.
Me pongo bastante denso con el tema estelar y astronómico.
Pido disculpas públicamente si alguna vez fui demasiado asfixiante o repetitivo.

Abrazos, diabólico J.

lunaroja dijo...

Ay, los relatos que terminan donde empiezan me causan desasosiego.
En este caso no será menos! Inquietante! Asfixiante y muy muy bueno!
Saludos.

Pitt Tristán dijo...

Hay otros mundos pero están en este.

Saludos.

mariarosa dijo...


Un círculo de palabras y preguntas... extrañas las estrellas y extraño el personaje...
Andaría Ray Bradbury por allí cambiando el paisaje y las palabras?

Un abrazo.

Dyhego dijo...

Algunas o muchas veces sería bueno poseer ese don de resetear y empezar de nuevo una conversación o un encuentro, José.
Salu2.

Recomenzar dijo...

Sigues escribiendo que bueno

Tot Barcelona dijo...

Hay días en que todo son dudas.
Salut

Manuela Fernández dijo...

Tu relato me incita a hacerme preguntas: ¿somos lo que realmente creemos ser?¿Lo que tenemos por vida es real y cierto?¿seremos sueños, seremos parte de algo o alguien?
Magnífico relato.
SAludos.

eli mendez dijo...

Creo que cada uno de los lectores le dará un significado diferente.
Siento que es un relato al que se le pueden hacer muchas lecturas
y en donde nos preguntamos acerca de lo sobrenatural, de la vida, la muerte, los sueños, el consciente y el inconsciente aflorando...y nos quedamos pensando en esos personajes..pudiéndolos ubicar en cualquiera de esos ámbitos.. Me ha gustado!!!! Saludos y linda noche!!!

DULCINEA DEL ATLANTICO dijo...

Un buen texto José , las dudas son el origen todo, las respuestas pueden estar en las estrellas.
Un saludo
Puri

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Es como Sísifo que a mediados de la montaña, tiene que devolverse siempre porque se le rueda la piedra. Creo que Borges tiene razón. Alguien juega con nosotros, y nos sabemos quién es. Un abrazo. Carlos

alear dijo...

hace mucho que no leía algo que me quedara tan anillo al dedo, qué deleite!

saludos lunares (:

Doctor Krapp dijo...

Una historia bucle y por tanto interminable. Sísifo y la piedra. Quizás un director escrupuloso que requiere otra toma. Un texto abierto. Interesante.

Saludos

José A. García dijo...

José A.: Comencemos, pues.

José Casagrande: Tal vez sea un bug en el programa de realidad aumentada que los desarrolladores no han encontrado aún la forma de superar. No se sabe.

Demiurgo: Exacto, a algo similar me refería. El darse cuenta que algo no es del todo como lo esperamos es la peor parte de cualquier experiencia.

Amapola Azzul: Uno que nunca sabremos si tendrá o no final.

Frodo: Hay motivos para ponerse denso con algunos temas. De eso no hay dudas.

Luna Roja: La vida termina más o menos donde comienza, si tenemos suerte…

Pitt Tristán: Uno dentro del otro, como una mamuscka (aunque no se escriba así).

María Rosa: Seguramente Bradbury andaba cerca, aunque no sé qué tanto.

Dyhego: Conversaciones, más que nada, las primeras que hemos tenido con algunas personas en particular. Sería lo idea, sí.

Recomenzar: Gracias.

Tot Barcelona: Y dudas en los que todo son días, claramente.

Manuela Fernández: Creo que el problema radica, precisamente, en eso que debemos creer para ser. ¿Por qué?

Eli Méndez: Preguntarse sobre uno mismo es un comienzo para señalar que tenemos algo como eso que se llama conciencia. Muchos no lo hacen en ningún momento de sus vidas.

Dulcinea: Gracias. Encontrar una respuesta, por mínima que sea, ya marca una diferencia.

Carlos Augusto: Lo peor es cuando nosotros mismos somos los que jugamos.

Alear: Gracias, lograr algo como eso no es fácil.

Dr. Krapp: Podría ser una película, tranquilamente, una interminable, sin un final posible ni real.

Julio David: Gracias, no sé si será genial, pero sí llevó trabajo (y todo el que aún le falta).

Gracias por sus visitas y comentarios.
Nos leemos,

J.