domingo, 14 de marzo de 2021

Crónicas Charrúas # 20

Estoy seguro que debe existir una razón para que el horario de entrada y salida de los hoteles esté pautado de una manera y el arribo y la partida de los ómnibus en Tres Cruces sea una diferente. Algo similar sucede en Buenos Aires, para no hablar solamente de Montevideo y estimo, porque no tengo conocimiento, pasará lo mismo en cualquier otra ciudad. ¿Qué esperan que hagamos en ese hueco de horas que muertas que nos dejan entre una cosa y la otra?
    Dejé la recepción del hotel arrastrando una valija prácticamente llena de libros, y la mochila con restos de arena, caminando por la Avenida 18 de Julio mirando la fila interminable de vidrieras sabiendo que no compraría nada de lo allí expuesto cumpliendo mi propósito de nunca aceptar ni regalar souvenirs de viaje. Esto me llevó a tener varias discusiones con conocidos y amigos que se sentían ofendidos porque no recibían nada al regreso de mis viajes o por mi absoluto rechazo a aceptar cualquier cosa que quisieran darme al regreso de los suyos. El regalar ese tipo de cosas que irremediablemente terminarán en la basura es una de las muchas prácticas que nunca entendí y que preferiría que fuera retirara de la experiencia humana —esa entre otras.
    Para peor, sabía que en Tres Cruces la situación sería similar porque, como describí en alguna crónica previa, ese lugar era un centro comercial en el que los turistas se dejaban sus últimos pesos uruguayos, si es que algo más, para no llevárselos consigo a su regreso. Pero nada llamaba menos mi atención en ese momento que las luces brillantes, la música y la incentiva a consumir. Además de que conservar algunas monedas como recuerdo no me parecía tan mala idea.
    Mi cabeza estaba en otro lado. Probablemente en el lugar al que acabaría volviendo y sobre el que no quería saber nada pero al que de todas formas estaba obligado a regresar porque no se puede vivir de vacaciones. El sistema no funciona de esa manera, salvo que hayas nacido por arriba del mismo y no era mi caso —de ser así este blog ni siquiera existiría.
    Podría haber aprovechado para despedirme de la ciudad de alguna manera, pero no lo hice. Podría haber hecho muchas cosas, pero no hice nada de nada. Sólo quería subirme al ómnibus y comenzar el largo regreso —aunque no, no quería hacerlo.
    Ya en el asiento cierro los ojos y esperé a que terminara de subir la gente, de cargar los bolsos y finalmente comenzara a moverse. Sabía que si pretendía descansar aunque más no sea brevemente tenía que aprovechar esos momentos antes de que las vibraciones del ómnibus me los impidieran. Sí, complicado para eso también.

13 comentarios:

José A. García dijo...

No negarán que es difícil dormir en esos lugares...

Para satisfacción del lector Frodo, todavía quedan cinco crónicas más.

Saludos,

J.

mariarosa dijo...


Muy buena idea la de no regalar souvenir, pero alfajores: SÍ.
Estaba esperando que tuvieras por compañera en el micro, alguna rubia encantadora que te ayudara a llevar de recuerdo, una sonrisa al menos de tus vacaciones.

saludos.

Dyhego dijo...

José:
regalar algo a la vuelta de los viajes me parece una simpática idea que suelo cumplir con familiares y amigos. ¡Lo malo es que tienes que estar muy atento para no comprar algo "made in China, Filipinas, India o Vietnán"!
En el frigo de mi casa no caben ya más imanes.
Salu2.

Tot Barcelona dijo...

Tampoco soy de llevar recuerdos a nadie. Bastante tiene uno con arrastrarse a si mismo
Salut

gla. dijo...

Es muy complicado usted, mi querido escritor
Esa diferencia de horario, entre uno y otro es p0ara que usted compre souvenir para regalar
Aunque la idea del alfajor, me gusta mas
Un abrazo de bienvenida

Mista Vilteka dijo...

Yo no regalo nada. A veces fotos en digital. A mí las vibraciones me dan sueño pero no el suficiente para el bien dormir.

lunaroja dijo...

Me encanta como lográs que sintamos esa sensación de casi cansancio después de las vacaciones de solo pensar en el viaje de regreso.
Todo ese trajín rutinario que como decís te va a dejar sin ganas de nada.

Muy buen relato,muy buena crónica.. comparto lo dicho por algún comentarista, unos alfajores no estarían mal!
Yo suelo comprar cosas para regalar ,solo a mis hijos . Pero no son suvenires...los odio.

Un abrazo.

Contratar a Pablo Granados dijo...

Excelente relato, me ha gustado mucho, estaré volviendo pronto!

Doctor Krapp dijo...

La vida entera transcurre en esos tiempos interminables de espera y el capitalismo turístico, hoy en horas bajas, sabe como sacar partido de ellos.

Saludos

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

DE los viajes vuelvo extenuado, y nada liviano, a pesar de que vengo sin el lastre de regalos por dar a los amigos, familiares y conocidos. Un abrazo. Carlos

ოᕱᏒᎥꂅ dijo...

a mi me pasa igual, acaso hay una ley no escrita donde ponga que es de obligación hacer regalos?
yo en estos ratos muertos leo...
besos

vodka dijo...

me gusta mucho montevideo, cansina,vieja,provinciana. Me gusta como contás la ciudad.Nunca fui sola.Pero eso no quiere decir que no lo haga,reproduciendo en mi visita todos los lugares identificables de la novela de Mairal.

Beatriz dijo...


"La oscuridad de hoy se mezclaba con la oscuridad de ayer formando una perfecta continuidad con la oscuridad de mañana. Nada en aquella tierra del sol muerto marcaba alguna diferencia."

Este fragmento me llegó, seguro que imaginas la razón, pero a parte del significado personal que se encuentra, es un trabajo estilístico de mucha calidad literaria.

Un placer leer esto.

Saludos