sábado, 20 de febrero de 2021

Crónicas Charrúas # 17

Como la mayor parte de las ciudades capitales de los países de América del sur Montevideo se trasforma en una ciudad fantasma en enero. Todos los que viven en ella se encuentran en cualquier otra parte —en lo posible un lugar con playas verdaderas—, o escondidos en sus casas saliendo solamente en los momentos en los que el casual encuentro con algún molesto turista, o turista molesto, se recude drásticamente a cero. Es decir, por las mañanas. Las únicas excepciones eran quienes trabajaban en los hoteles que recibían a esos turistas.
    Es casi una certeza que, en un 99% de oportunidades, las personas con las que un turista se cruza en la calle durante ese mes resulte ser otro turista. Lo son quienes miran: en las puertas cerradas de un teatro la programación de la temporada anterior, en la de un museo las exposiciones que no podrán ver, en la de un centro cultural los últimos intentos por llamar la atención. Los que no saben dónde queda tal o cual calle y te detienen para preguntártelo en el momento mismo en que tú estabas por hacerles una pregunta similar, son turistas. Incluso algún que otro nativo de la ciudad se hará pasar por turista para evitar responder consultas —también lo he hecho alguna vez—. El turismo es uno de los peores males que debe enfrentar la civilización, uno para el cual necesitaremos mucha suerte si pretendemos sobrevivir.
    Volver al hotel desde el minifaro de Sarandí fue relativamente fácil, encontrar un lugar donde comer, porque ya se había pasado la hora del almuerzo y pretendía esquivar la comida rápida —esos lugares siempre están abiertos deseando darte de comer—, no lo fue tanto.
    Bajar la comida caminando desde una punta a la otra por la rambla para sentir que de alguna manera se aprovecha el tiempo de vacaciones, buscando cansarnos para obligar al cuerpo a descansar y sentir que se hizo algo importante, aunque el único rastro que quede de ello sea el desgaste de las suelas del calzado, es parte de esa rutina de turista que no sabe qué hacer con su tiempo.
    Eso fue, prácticamente, lo único que hice el resto de ese día, el siguiente y, para confirmar lo que ya había visto, también el siguiente a ese; sin dejar un solo monumento sin recorrer, un solo chivito sin probar y sin sacar ni una sola foto con la cual aburrir a cada uno de mis conocidos a mi regreso.
    Es era algo que supe a lo largo de toda mi vida, siempre fui, soy y seré un mal turista.

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En el número 3 del Volumen 1 de la Revista Quimera (Costa Rica) pueden leer el cuento El error no fue mío.

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12 comentarios:

José A. García dijo...

Sin lugar a dudas, el peor de los turistas.

Saludos,

J.

mariarosa dijo...


Al menos te reconoces entre los malos turistas. Muy mal eso de no ayudar al que no conoce la ciudad y te pide ayuda.

Buen domingo.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

No sé nada de turismo, pero sin duda que hay peores.
Tenés el talento de contarlo bien.

Saludos.

Tot Barcelona dijo...

No, no eres de los peores porque no sacas fotos, te fijas en las cosas, que es como se tiene que ir a ver las ciudades.
he visto muchos turistas en Barcelona, muchos, y pocos que miraran con sus ojos, lo hacen a través de la cámara, y se pierden los detalles de una ciudad viva.
Allí, en Sarandí, pudiste pisar la arena, tocar el agua helada, observar el faro y ver las nubes grises a través de tu mirada.
¿Qué más se puede pedir?
Salut

Pitt Tristán dijo...

También soy un mal turista y peor compañero de viaje porque nunca me gusta la decisión de la otra parte ni a esa parte la mía.
Mi universo ideal está más cerca que el desplazamiento de kilómetros y kilómetros como una maleta.

Apúntame en la lista de los malos turistas, a ser posible en el apartado de los felices malos turistas.

Saludos.

lunaroja dijo...

Tus crónicas charrúas tienen un punto conmovedor que nos hace no poder dejar de leerte.
Creo que todos tenemos un punto de "malos turistas" al menos yo me sentí identificada.
Saludos!

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Si eres un mal turista, apreciado amigo, de esas excursiones que algunos llaman de descanso, relax, siempre regreso con la sensación de que antes que descansar, me he echado más cansancio encima. Un abrazo. Carlos

Doctor Krapp dijo...

A los que vivimos al otro lado del charco siempre nos ha hecho gracia esa expresión de turistas de Enero por mucho que a algunos les guste los placeres de la nieve. Con todo no te recomiendo un Agosto en algún lugar de la parte baja del Mediterráneo.

Saludos

Ana Manotas Cascos dijo...

Estoy de acuerdo con Tot. no eres de los peores te fijas en las cosas y en los lugares. Un abrazo.

lanochedemedianoche dijo...

Turista quisiera ser en estos tiempos de pandemia, solo me conforma leer, y ver como actúan las personas que lo pueden hacer.
Abrazo

Guillermo Castillo dijo...

El guía perfecto en esta bitácora y por aquella ciudad. Una buena excusa para estrenar pasaporte.

Frodo dijo...

Creo que esta diecisieteava parte puede resumirse perfectamente en este genial segmento: "...sentir que de alguna manera se aprovecha el tiempo de vacaciones, buscando cansarnos para obligar al cuerpo a descansar y sentir que se hizo algo importante..."

No se si eso es ser buen o mal turista, pero (exceptuando mis dos o tres viajes de mochilero) eso representa para mi unas buenas vacaciones

Abrazo