jueves, 7 de enero de 2016

Eterna pandemia

Enfermos de potencial nacemos todos nosotros. Potencial para ser cualquier cosa que deseemos ser, para hacer lo que imaginemos, para vivir de la forma que mejor nos plazca. Pero, al poco tiempo, la vida toma las riendas sobre nuestros deseos y, vacunados con altas dosis de sarcasmo, escepticismo y  desazón (la vacuna SED que nos inoculan desde los pocos meses de vida), perdemos parte del potencial que nublaba nuestro futuro.
            El segundo ataque contra ese flagelo comienza junto con la educación formal, donde aprendemos a pensar por dentro del cuadrado habitual y nunca por fuera del mismo. A pintar sin salirse de las líneas, a aceptar todo sin discutir, a vivir sin quejarnos, las normas sociales y de acentuación de las palabras graves, agudas y esdrújulas (por no mencionar a las sobreesdrújulas, claro). Tras años de encarnizada lucha, quienes superan la educación formal logran un diploma que les sirve de entrada directa al siguiente nivel de enfrentamiento contra el potencial.
            El tercero y último ataque se conoce con el gracioso nombre de semana laboral. Lunes a viernes, de 6 am a 8 pm, con media hora para almorzar y dos horas de viaje al inicio y al final de cada jornada. Amoldando nuestras vidas al trabajo rutinario y no el trabajo rutinario a nuestras vidas; dejándonos apenas el tiempo suficiente para dormir, recuperar fuerzas y prepararnos para el día siguiente. Y los sábados, ingleses o no ingleses, para que durante el fin de semana el potencial no sienta que cuenta con alguna mínima posibilidad de provocar algún pensamiento extraño.
            Todo reforzado con la anestesia de los domingos y sus 24 horas de transmisiones deportivas, para comenzar los lunes con una alegría más, o una menos, según los resultados, en nuestros agotadores e innecesarios trabajos.
            Pero debemos atacar al potencial, vencerlo, derrotarlo, aniquilarlo, si es queremos cumplir con el sueño de una vida gris y aburrida como las que llevan todas las personas en el resto del mundo. O, como se dice la mayoría de las veces, una vida promedio. Sin sobresaltos, sin la multiplicidad de caminos que el potencial presentaría constantemente a cada nuevo paso de nuestros atolondrados pies, sino únicamente una línea gris de asfalto, recta, en una única dirección.
            De esta gloriosa manera, cuando queramos percatarnos de que algo salió mal, de que las cosas eran un poco diferentes a lo que pregonaban en todas partes, el trabajo habrá hecho efecto. La rutina habrá logrado aniquilar cualquier posibilidad y sólo quedarán las cáscaras vacías de ciudadanos educados y decentes esperando su jubilación o la tumba, lo que llegue primero.
            Solamente unos pocos, pero muy pocos, de los que nacen día a día, poseen la habilidad de transformar el potencial de algo perjudicial en algo benéfico (ciertos médicos creen que esta habilidad es una mutación beneficiosa para la humanidad, otros postulan lo contrario y predican su completa erradicación del genoma humano). Pocos, muy pocos que disfrutan de la vida y evitan los pasos descriptos en los párrafos anteriores. Ellos, y sólo ellos, conocen el camino a la felicidad, no ya potencial sino auténtica.
         Quizá seas uno de ellos, quizá lo sea yo mismo, aunque quizá lo sea alguien más o, quizá, tal vez, no lo sea nadie. Pero, también, es posible que sean demasiados quizás.

7 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Sos uno de esos pocos o muy pocos que tienen un potencial y es algo favorable.
Y yo también espero serlo.
Saludos, colega demiurgo.

José A. García dijo...

Tal vez el problema radica es tener tanto potencial que no sabemos cómo ponerlo en uso o en qué carajo aprovecharlo o cosa semejante.

Tal vez la clave sea aprender a vivir como alguien normal, que sólo se preocupa por la cantidad de amigos que tiene en el facebook o si Susana Gimenez sigue engordando o no. Esas cosas de las que siempre se hablan...

Saludos

J.

Ame dijo...

Estoy en una etapa de, hmm, reacomodo de prioridades, mi mente ya no acepta y rechaza los puntos mencionados aquí, el esfuerzo es grande por lograr lo que no has tenido, una verdader libertad, a veces sientes que el potencial no lo tienes o viene a cuenta gotas, pero moverse para un cambio, así sea poco a poco es mucho mejor que quedarse estacionado en lo que te ha sido impuesto y aceptaste sin decir basta.

Un beso, José

fany sinrimas dijo...

José A. Me ha gustado encontrarme con tu escrito, alejado de fórmulas predeterminadas tan al uso en estas fiestas y comienzo de año.
Toda persona tiene un potencial valioso pero lo mantiene inédito porque desde la infancia vive sujeto a normas preestablecidas por otros y no se atreve a vivir su propia vida.

Un abrazo.

Martha Barnes dijo...

Querido amigo,,puede que yo crea una fantasía ,pero para mi,nada es en vano.Yo creo en la reencarnación,que es lo único que entra en mi cerebro ,como explicación a los avatares de esta existencia .Si no hubiera nada mas , la vida sería un chiste de humor negro,, Un beso Martha

censurasigloXXI dijo...

Debe ser por eso que siempre estoy tan emocionalmente agotada, toda la vida luchando contra la aniquilación de posibilidades con garras y dientes, contra esa realidad estructurada que no soporto ni tolero ni acepto, ni aceptaré porque soy muy cabezota :))

Un abrazo, compañero, tu cafelito te lo dejo sobre la mesa, ojo que quema...

mukali dijo...

Si te percataste de ese potencial es porque eres uno de esos privilegiados que tratan de escurrir, al menos a través de la reflexión, las cárceles que se nos van imponiendo desde que nacemos. Todo para convertirnos en personas grises y autómatas, con prejuicios y etiquetajes... nos van anulando y cosiendo desde muy pequeños, en dosis muy sutiles. ¿Porque no el arte o la misma música no se potencian más en las aulas?. Son materias que amplifican el pensamiento y el desarrollo y no quieren eso, quieren papagallos . Es bueno darse cuenta en todo caso de la realidad que nos acota, saber que el potencial está en nosotros mismos, no en la norma que nos tratan de colar desde fuera.

Un abrazo.