El ardor estomacal y la picazón de la mañana no
se fueron, pasaron a segundo plano cuando otras molestias más acuciantes las
reemplazaron. El sentir que algo nos pincha los ojos, desde el interior, o los
dedos doliendo como si los propios huesos estuvieran a punto de separarse, no es
algo fácil de ignorar.
A lo largo del día, la molestia fue
avanzando en distintas partes del cuerpo. Sintió el sueño del ataque al hígado,
las rodillas hinchándoseles como si la humedad hubiera trepado al 5.000%, la
espalda se le arqueaba como hundida bajo el atroz peso de su cabeza que no
dejaba de latir y latir con ínfimos pensamientos.
Imposible el pensamiento complejo en
esa situación, ni siquiera lo intentó, porque el esfuerzo sería devastador en esas
condiciones. Se paseaba, en cambio, semidesnudo por el interior de su
monoambiente, sintiendo el agrio aroma de su sudor seco y vuelto a humedecer,
de su cuerpo pidiéndole un baño con urgencias.
Otra cosa no podía hacer, salvo
esperar sin saber qué. Ansiar una llegada que nunca se concretaría, pero sus
entrañas le confirmaban, en su letanía de ruidos y retorcijones, que estaba
cerca.
Una hora después del atardecer
sintió que su pecho se desgarraba, que sus costillas eran hechas a un lado y
que un enorme pico se abría paso por su piel. Las plumas le cosquillearon en la
garganta y sobre su estómago, cuando las alas se extendieron. Las garras,
llevándose parte de su carne, rasgándole los pulmones y quebrándole la ausencia
de emoción, fueron las últimas en salir.
Y se encontró yaciendo en el suelo
blanquecino del departamento vacío cual cascarón desechado, mientras la extraña
criatura terminaba de alimentarse dejando, como único desperdicio y recuerdo
suyo, ese frío y duro guijarro en el cual reconoció su antiguo corazón.
5 comentarios:
Vaya, ser devorado por una alimaña
y estar vivo para recordar
ese último episodio, es terrible.
Aunque no sé que es más terrible
si tener en la memoria ese recuerdo
o la propia muerte.
Como siempre José
un gran trabajo
saludos.
Delicioso no?...jajajja...a todos en algún momento nos carcome un ave por dentro...
o condenado a que un ave le coma las entrañas por la eternidad, je, robo mitológico el mío.
Che, muy bueno lo del primer cv
Salud
Ya me hubiera gustado ser la alimaña que se zampa al desalmado, ladrón, mentiroso, holgazán y difamador de mi tutor, y lo deja tirado en medio del departamento, pero que siga vivo un tiempo, no una muerte rápida.
Pero seguro que ése energúmeno ni piedra tiene por corazón...
hala, ya me he quedado a gusto, perdón :))))
Un besito y un cafelito, amigo!
Asu que intenso cuento.
Saludos
David
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