viernes, 28 de septiembre de 2012

Más bien caótico


En medio de una atroz disputa sin cuartel se encontraban, sin posibilidad de llegar a entendimiento alguno. Tras tanto tiempo luchando, ninguno de ellos podía decir por qué lo hacían, cuáles eran los motivos y las causas primeras o últimas de aquello.
Diferentes fases habían transcurrido durante el enfrentamiento. Directo, indirecto, nervioso, profano, ritual, analítico, aburrido, con armas de destrucción masivas, o mínimas, con o sin efectos colaterales, con botox y sin colágeno. Y tantas otras que, numerarlas, sería una pérdida de tiempo.
Pero el conflicto continuaba, y continuaría hasta más allá del infinito, hasta llegar al otro lado del horizonte o del arcoiris, lo mismo daba. Porque ambos sabían que del resultado dependía mucho más que sus vidas.
Quien ganara impondría una visión monolítica sobre el universo, la realidad y el resto de las cosas relacionadas; la suya sería una verdad inapelable e incuestionable. Su palabra sería ley, una imposible de quebrar en modo alguno.
Lo sabían, desde el momento mismo en que dieron el primer golpe, y anhelaban ese final que imaginaban cercano.
Luchaban para lograr esa preeminencia indiscutible hasta que un nuevo suceso dijera que la verdad impuesto ya no resultaba tan verdadera para los demás. Y el drama continuaría. Pero no les importaba, en éste instante, como hermanos celosos, como niñas enamoradas, como criminales de guerra, luchaban para derrotar definitivamente al otro. La forma no importaba, sólo el resultado.
Sabían que el triunfador estaba escribiendo su posterior derrota con sangre. Pero, por el momento, no les importaba saber de quién era la sangre.
Continuaron, en cambio, buscando la manera de derrotarse mutuamente sin mirar al futuro, contentándose con mirar, únicamente, el rostro del enemigo.

8 comentarios:

La sonrisa de Hiperion dijo...

Estupendas todas las cosas que nos dejas.

Saludos y un abrazo.

Geraldine, dijo...

Que palabras acertadas las que dejaste en mi blog...certeras...un gusto leerte como siempre...

Esilleviana dijo...

Las palabras son tan reales y guardan tantos significados que pueden hacer triunfar o derrotar a cualquier persona. Pueden mover a toda una ciudad y poco a poco, a todo un continente y un mundo completo hacia una misma dirección, con todo lo que esto implica.

Un abrazo :))

Sole dijo...

Y sí... combinación jodida el orgullo y el poder. Un abrazo grande, Profe. Después me avisas cómo hacemos con los libros.

Torcuato dijo...

Qué más dará la verdad. Lo importante es imponerla.
Un abrazo, J

Esilleviana dijo...

¿Viajas mucho?

:))

Juan Carlos Eberhardt dijo...

a mi no me miren ...yo no dije nada ...
un abrazo grande dragón !!!

José A. García dijo...

Gracias a todos por sus comentarios, con un poco más de tiempo podría ir a visitarlos, pero bueno, no todas las semanas puedo hacerlo.

Saludos

J.