jueves, 10 de mayo de 2012

Con los días contados


Sigo con la idea de que las cosas tendrían que haberse dado de otro modo. No sé cómo, sólo sé que diferentes. Apenas un poco quizá, para que el cambio no resultara tan brusco; aunque también es posible que haya sido mejor así. Directo, definitivo, un final del que no hay retorno.
Todo por que sé que no sirvo para otra cosa. No tengo cursos de capacitación que acreditar, apenas si un viejo secundario perito mercantil. No tengo experiencia, porque pasé mi vida realizando la misma mecánica tarea hasta que mis músculos se atrofiaron.
Ahora, años después, creo que debería haberle hecho caso a mi madre cuando me recomendó que me dedicara a otra cosa, algo con mejor salida laboral. Pero no quise escucharla y, en cambio, busqué el trabajo que requiriera el menor esfuerzo, el menor desgaste físico.
No sé qué pensé realmente.
Tal vez dudaba de mí mismo, de mis habilidades, y por eso acepté un trabajo que tenía los días contados, que, de no mediar ninguna progenie nueva, me dejaría en la calle tan pronto como el niño que ocupaba la cama bajo la cual me agazapaba cada noche, creciera y dejara, indefectiblemente, de creer en mí.

7 comentarios:

José A. García dijo...

Un homenaje póstumo, y no muy bien elaborado, para Maurice Sendak.

Saludos a tod@s.

J.

Anónimo dijo...

Pucha, ultimamente estamos de pòstumos homenajes, lamentablemente.
Merecidos recuerdos para los artistas que hacen buena mella en nuestros corazones.

Torcuato dijo...

No sé, a mi este texto me ha parecido una apología a la búsqueda del niño interior.
Un abrazo, J.

La sonrisa de Hiperion dijo...

Lo importante es no fijarnos en los límites, para poder saltárnoslos...

Llevo algunos días desconectado de visitar a los amigos. Disculpa mi tardanza.

Saludos y un abrazo.

Alejo Z. dijo...

Ser monstruo ya no es rentable, siempre ha sido pura pasión.
Un abrazo

La abuela frescotona dijo...

el límite del futuro puede ser la negación de su existencia, quizás como el niño del escrito...
saludos amigo

José A. García dijo...

Anónimo: Así parece, nos vamos quedando cada vez más solos...

Torcuato: ¿Y por qué no? No creo que debamos dejar de estar en contacto con él cuando comenzamos a crecer.

La Sonrisa de Hiperión: Eso mismo digo yo, los límites no existen, somos nosotros quienes lo creamos.

Alejo: Pasión que, según entiendo, nunca ha hecho mal a nadie. Y ha dejado muchos niños preparados para sus futuros psicólogos...

Abuela Frescotona: Dejar de creer en uno mismo, ese es el límite que, conociéndolo, no sabemos qué hacer con él.

Gracias a tod@s por sus comentarios!

J.