domingo, 8 de enero de 2012

Sin previsión


Era la hija más caprichosa de su padre, del Rey, del Señor de Todos y Cada Uno de los Rincones. Podía tener cuanto quisiera y, sin embargo, siempre pedía más y más; poseía tan insaciable deseo que nunca descansaba, pensando continuamente qué pedir a continuación.
Pero, el problema no era ella, sino el padre que nunca supo cómo imponerse ante semejantes caprichos. Las malas branquias, dicen que entre ellos había un comercio escandaloso algunas noches, cosas que, por supuesto, nadie se proponía comprobar.
La niña pedía una joya, le traían cien; pedía un pendiente, le traían mil; pedía una prenda nueva con la que adornar su cuerpo, y esa misma noche los mercaderes de tejidos de reino eran saqueados por los ejércitos reales. Voraz e insaciable el apetito de ella y él.
Hasta que llegó el día, muchos años después, cuando la adolescencia de la princesa tocaba a su fin, que descubrió ese otro extraño mundo que nunca había llamado su atención. No, no se trataba de drogas duras, sino de la superficie.
Y entre ceja y ceja de la sirenita estuvo el deseo de pisar la tierra seca. Por lo que el Rey, recurriendo nuevamente a sus ejércitos cansados, buscó a cada sabio, mago, brujo, escritor de ciencia ficción, alquimista, vendedor de humo y cirujano, para cumplir con el más reciente capricho de su más amada hija.
Reunidos en cónclave, los charlatanes decidieron cómo actuar. Removieron la cola de pez de nacimiento de la princesa. Le colocaron dos bellas piernas ortopédicas y le enseñaron a utilizarlas. También le enseñaron a hablar neocriollo hasta que fue capaz de expresarse con naturalidad y simpatía a favor de la paz mundial.
Hecho todo esto, los sabios, y el Rey estuvo de acuerdo, decidieron que la muchacha estaba preparada para remontar la corriente hasta la superficie desolada y desoladora.
Hubo fiesta en el reino. Dicen que el pueblo festejaba el deshacerse de tan pesada carga. Dicen que el Rey lloraba por motivos más oscuros mientras se abrazaba con uno de sus jóvenes tritones, no necesariamente alcoholizado.
Con una sonrisa tan amplia que de felicidad parecía, la princesa se fue, en su carruaje de ostras, en la dirección en la que brillaba el sol.
Nunca se la volvió a ver en el Reino. Jamás regresó y hay quienes dicen que se enamoró en la superficie de un apuesto marinero que regenteaba un vetusto cabaret en el puerto.
Otras voces, en cambio, aseguran que en el cónclave de sabios, nunca se mencionó, ni siquiera por error, la posible necesidad de pulmones.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Me inclino por esas otras voces. Pobre sirenita, pobre, tanto capricho enjoyado y tan poco oxígeno..

Me ha encantado, José :)

Besos

Sole dijo...

Prefiero más esta versión impopular que la de Andersen. Nevertheless, la moraleja está sabiamente sumergida entre líneas.
Un abrazo grande, quien retorna a estos parajes,

Sole.

Manco Cretino dijo...

Mooooooy bueno, hermano. Te juro que el final es de película jajaja. Comunicate con Tim Burton... ya!
(¿la moraleja sería que es mejor tener pulmones que piernas?)

Esilleviana dijo...

No te puedes sentir atosigada, cansada y oprimida en tu vida porque al final acabas explotando y haciendo totalmente lo contrario de lo que se espera de uno/a.

Tus historias son diferentes (ya te lo he escrito en muchas ocasiones).
Siempre reselta tu originalidad.

(gracias por tu amable visita :)).

un abrazo

Anónimo dijo...

Me ha encantado este cuento
tiene algo que te atrapa
y eso es decir bastante en un relato.

Enhorabuena!

Espérame en Siberia dijo...

Una vez más me asombra tu imaginación.
Felicidades.

Alejo Z. dijo...

Uno de los mejores relatos que le he leído señor, ese final es una pincelada de belleza que finiquita el carácter resuelto con que parece escribió esto. Excelente hilo conductor, y como dice Esilleviana, la originalidad, bueno, ella lo expresa mejor que yo.
Un abrazo,

Alejo

eMiLiA dijo...

Jajaj, y sí... un "olvido" puede ser fatal.

Abrazo.

Lluvia azul dijo...

José, admiro tu minuciosidad y tu lenguaje para despuntar un cuento y terminarlo como se debe. Breves, aunque concisos. Y su carga semántica en la recreación es indudablemente plausible. Saludos!

La sonrisa de Hiperion dijo...

De nuevo por tu casa---

Saludos y un abrazo.